Los refugiados bosnios no vivirán en las casas que les reservaron los vecinos de Rivas
Rivas-Vaciamadrid no acogerá a refugiados bosnios a pesar de que el Ayuntamiento, en colaboración con los vecinos, acondicionó para ellos dos casas del casco viejo. La Liga pro Derechos Humanos, entidad no gubernativa encargada del traslado, ha rechazado los locales porque, según mantiene, podría provocar un sentimiento de arraigo en los refugiados.
La historia que cuenta Agustín, un vecino de 63 años de Rivas-Vaciamadrid, sobre la guerra civil española y la que cuentan los fotógrafos que han trabajado en la guerra de Yugoslavia es la misma, se reproducen con las mismas atrocidades y locuras, a pesar de que el lugar de desarrollo de cada una está a muchos kilómetros. de distancia y de que ha transcurrido más de medio siglo.Y por haber vivido una guerra civil es por lo que Agustín y sus hermanos, cuando se enteraron que a su pueblo podían llegar dos familias de refugiados bosnios, inmediatamente donaron todos los enseres de la casa de su madre, recientemente fallecida. Sabían que esas personas estaban viviendo la misma historia que a ellos les hubiera gustado olvidar, cuando los evacuaron con 11 años.
Desde primeros de noviembre, el Ayuntamiento y los vecinos de Rivas, localidad del sureste madrileño de 20.000 habitantes, han preparado dos casas bajas para que estos refugiados puedan vivir con normalidad durante la estación invernal.
La Liga Pro Derechos Humanos, una de las entidades no gubernativas encargadas del traslado de estos refugiados, se puso en contacto con Antonio Serrano, alcalde de Rivas, para solicitar viviendas cerca de Madrid.
En un principio, el Ayuntamiento intentó alquilar viviendas, pero al no encontrarlas, se realizó una reorganización de las dependencias municipales: los servicio de la Policía Municipal y el Juzgado se trasladaron a otras dependencias y aquéllas fueron habilitadas para las familias.
Las casas carecían de lo indispensable para vivir, por ello el Ayuntamiento instaló el agua caliente, contrató el gas butano y compró menaje de cocina. Los vecinos hicieron el resto: donaron una cuna, ropa de cama y mesa, armarios, tresillos, televisor y mesas camillas.
"Queremos acogerlos como en su casa, que no tengan que ir todos a los pajares o a las iglesias, como nos tocó a nosotros", comenta Agustín recordando escenas de la época que aún no se le han borrado.
Son precisamente los vecinos del casco antiguo de Rivas, a diferencia del resto de los habitantes venidos más tarde, los que más se han volcado en ayudar, ya que este pueblo estuvo en primera línea de frente en la guerra civil, defendiendo la carretera de Valencia, única salida del Madrid sitiado.
Sin embargo, los refugiados se hacen esperar y todo apunta a que no van a llegar. Problemas de organización y de la situación psicológica en que se encuentran estas personas dificultan que puedan venir hasta Rivas, en donde se podría dar albergue únicamente a dos familias, a 10 personas aproximadamente.
"Nosotros seguimos abiertos y hemos hecho todo lo posible; la inoperancia no es nuestra, sino de la Liga, que no ha cumplido lo que nos indicó", asevera Antonio Serrano.
Francisco Alonso, responsable de esta entidad, agradece la ayuda y colaboración de todos, pero afirma que es el Alto Comisionado para los Refugiados, de las Naciones Unidas, el que ha establecido que se mantengan en grupos grandes a los refugiados, y añade que "el problema es evitar el arraigo en España, para que se mantengan con la idea de que deben volver a su país".
Jabón en el baño
Cada casa cuenta con tres habitaciones, baño y un salón donde se instala la cocina y el cuarto de estar, además de un amplio patio. Unos han aportado un armario o los somieres; otros, diferentes mantas, el televisor pequeño o la mesa camilla, que otra familia ha recubierto con las faldillas y el mantel. Hasta el jabón Heno de Pravia está colocado en el baño en espera que alguien venga a usarlo.
Las ilusiones y las primeras ideas de ayuda de los vecinos de Rivas y las esperanzas de los refugiados se han quedado cortadas por avatares que han sucedido durante el traslado de los refugiados.
La Liga Pro Derechos, en sus primeras conversaciones con el Ayuntamiento, siempre especificó que no vendrían niños solos, pero sí que serían dos unidades familiares enteras.
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