Equilibrio precario en Somalia
Las expectativas de paz chocan con el pesimismo que reina en el país
Durante dos años, Somalia se ha desintegrado en medio de la locura. Los hombres destruían el país. La sequía remataba la faena. Más de 300.000 muertos por la violencia y el hambre, un millón y medio de desplazados. Occidente quiso poner orden en el caos y con la intervención multinacional la ayuda se reparte y los principales señorés de la guerra se abrazan ante su gente. El alivio internacional contrasta con la desesperanza que se respira en el país. "Aquí nadie está preparado para la paz. Los fusiles siguen en alto"."Un hombre puede disfrutar del poder pero, ¿para qué sirve ese poder si no lo utiliza para dejar el mundo mejor de lo que lo encontró. A Mohamed Siad Barre, dictador de Somalia desde 1969 y autor de esta frase para la pos teridad, le llamaban Afwayne, el de la boca grande. El calificativo no deja de ser acertado. En enero de 1991 huyó de la capital, Mo gadiscio. Somalia estaba ya al borde de la guerra civil. El estallido se produjo cuan do dos líderes del poderoso clan hawiye, Mohamed Farah Aidid y Mohamed Alí Mahdi, que en cabezaron el derrocamiento de Barre, se enfrentaron por la pre sidencia. El,conflicto arrastró al resto de los clanes a través de complejas alianzas. . En estos dos años de guerra, cada clan y cada subclan se ha hecho fuerte en su territorio y cientos de fronteras a base de neumáticos y bidones han salpi cado el país. Las armas tampocohan faltado. La posición estratégica de Somalla fue la mejor carta de presentación de Siad Barre ante el mundo. La antigua Unión Soviética primero, y Estados Unidos después, inundaron al país de créditos y fusiles."La llegada-de las tropas multinacionales ha sido en general muy bien acogida", comenta Mike McDoagh, director de la organización irlandesa Concern. El reparto de alimentos se ha reanudado; en el mercado de Bakraha, en Mogadiscio, el material bélico ha desaparecido; los proyectos agrícolas e hidraúlicos de las organizaciones de ayuda proliferan. "El problema es qué va a pasar cuando los soldados se retiren. Todo saltará en pedazos", comenta Caroline Schnider, de la organización Care.Paralelamente a la protección de la ayuda humanitaria, el enviado especial de Estados Unidos a Somalia, Robert Oakley, ha impulsado frenéticamente los con-tactos entre Aidid y Mahdi, que el pasado 27 de diciembre se abrazaron en público tras firmar un acuerdo de paz. Un pacto anterior cayó en saco roto. La desconfianza entre los subclanes se palpa en las calles de Mogadiscio.
"La solución no viene de que estos dos señores firmen un acuerdo, que ya veremos si se cumple. Mahdi tiene profundas disensiones entre su gente y, por más que diga, nunca podrá ver a Aidid en el poder. Aidid nunca aceptará la mediación dé la ONU que, según él, apoya a Mahdi. Además, hay muchas facciones distintas. Reunirlas a todas va a ser muy diricil, y esa es la única base para empezar el diálogo", dice un analista somalí.
Un funcionario de Unicef que participa en las conversaciones dice: "Mahdi es un ladrón internacional vinculado a la Mafia, Aidid es un lunático y un asesino. Ése es el panorama que tenemos entre manos".
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