Un hito en la crisis del sistema político italiano
La implicación de Bettino Craxi en el escándalo de la corrupción política representa un hito en la crisis del sistema político italiano, más allá de las consecuencias que pueda tener para el futuro del PSI. Con su vinculación inquebrantable a la Democracia Cristiana, Craxi ha sido uno de los pilares indudables de un consenso que ha permitido la hipertrofia de los partidos políticos y muchas de las irregularidades y de los excesos financieros del Estado que hoy rechazan los italianos.Pero las elecciones municipales parciales celebradas el pasado fin de semana -a cuya conclusión han esperado los jueces para abrir el sumario contra Craxi, a fin de no interferir en sus resultados indican que, aunque siga causando estragos entre los partidos comprometidos con el Gobierno de las últimas décadas, la protesta electoral no promociona todavía alternativas viables a la crisis.
La Liga del Norte no llega a cuotas electorales del 40% ni siquiera en su zona septentrional de influencia, lo que le impide controlar la situación en solitario, y cualquier alianza suya de gobierno con otras fuerzas emergentes, como La Rete o los neofascistas, parece impensable.
La decadencia de los partidos tradicionalmente mayoritarios, democristianos, ex comunistas y socialistas, es constante y ha llegado al punto de que ni siquiera esas tres fuerzas superarían ya la barrera del 50%, aún en el supuesto de que pudieran sumar sus votos. -
Las elecciones municipales han supuesto, por otra parte, un suspenso para las soluciones de recambio surgidas de dentro del sistema, como sería una posible alianza entre el disidente democristiano Mario Segni, los ex comunistas y los republicanos.
En tales condiciones, lo único razonable parece reformar el sistema electoral en un sentido más mayoritario, que forzara nuevas agregaciones y diera soluciones de gobierno.
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