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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Futuro para Somalia

EL MERO anuncio de la invasión de Somalia por una fuerza armada de 30.000 soldados produjo el cese de las hostilidades entre bandas rivales. El desembarco de las primeras avanzadillas, de la Operación Restore Hope (Renovar la Esperanza) -menos de 2.000 soldados-, aparte de los aspectos más bufos del espectáculo televisivo, paralizó a los enemigos, y, controlada la capital, empezó a permitir la inmediata distribución de alimentos y socorros. Ése era el objetivo de la operación, decidida por el Consejo de Seguridad de la ONU.No se pretendía que la invasión produjera efectos políticos. Sólo así la comunidad internacional evitaría ser acusada de prejuzgar el futuro y se podría mantener dentro de los límites de la intervención por motivos humanitarios. Se entendía que el futuro político de Somalia deben decidirlo sus nacionales.

Tal vez sea así, pero resulta imposible deslindar unos efectos de otros. Un cese de las hostilidades y una mejora de las condiciones de vida de los somalíes tendrán consecuencias sobre el futuro político del país. La primera demostración de ello fue el acuerdo alcanzado el viernes por los dos más poderosos señores de la guerra, el supuestamente presidente Alí Mahdi y el general Aidid. La mera sugerencia del embajador norteamericano, Oakley, de que se reunieran y un trato ligeramente deferente hacia sus respectivas soberbias produjo la reconciliación como por ensalmo.

No se ve claro, por consiguiente, cómo en la operación bautizada como Renovar la Esperanza no se ha previsto -es más, se excluye- desarmar a los contendientes. Es la receta más segura para que vuelva a estallar la guerra entre las bandas somalíes una vez que los invasores extranjeros se hayan marchado. Utilizar a 30.000 hombres para realizar la tarea que, casi sin disparar un tiro, ya han llevado a cabo 2.000 parece una exageración sin sentido. Una fuerza tan formidable tiene que servir para algo más que para distribuir alimentos.

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