El sueño arquitectónico de los justos
Con el patrocinio del Consorcio Madrid, Capital Europea de la Cultura, se presenta esta muestra sobre lo que podríamos denominar exageradamente el Madrid utópico, aquel que cabe adivinar a través de las escenografías urbanas con que varias generciones de arquitectos, desde comienzos del siglo XVII hasta las postrimerías del XIX, trataban idealmente de ubicar los edificios y monumentos por ellos proyectados, parte de los cuales nunca se llegaron a construir, y parte que sí lo hicieron, pero sufriendo grandes o graves restricciones respecto al plan original.Bajo la dirección de F. J. Portela Sandoval, han trabajado denodadamente un nutrido grupo de reconocidos investigadores, en su mayoría adscritos a la Universidad Complutense, los cuales, desde el punto de vista de la investigación y recuperación de materiales, merecen el elogio más encendido.
Propuestas para un Madrid soñado: de Texeira a Castro Centro Cultural Conde Duque
Sala Juan Gris. Conde Duque, 11. Madrid. Hasta el 10 de enero.
De hecho, donde esa labor formidable de pesquisa, ordenación y análisis se manifiesta en todo su esplendor es en el monumental catálogo editado al efecto, donde, para que se hagan una idea, a través de 653 páginas, se fichan y comentan 584 obras, además de adjuntarse 16 estudios monográficos diferentes. Es imprescindible llamar la atención sobre estos datos del catálogo porque si no el visitante de la muestra, cuyos planos, dibujos, grabados y maquetas abarrotan una de las salas del Conde Duque, puede ignorar los que verdaderamente articula esta exposición y constituye su aportación más esencial y perdurable. Ciertamente, se trata de lo que, parodiando la parodia de Quevedo, podríamos definir como "una exposición a un catálogo pegada...".
No es que la exposición no tenga en sí interés, sino que adolece de los problemas típicos de la arquitectura: que la mayor parte del público visitante, sin la debida formación específica, no sabe imaginar la realidad proyectada en ese lenguaje técnico de planos, alzados o secciones, y, por consiguiente, aún menos, interpretar críticamente lo que significan, todo lo cual hace abrumadora y monótona su contemplación, algo que, sin embargo, no ocurre con la lectura del catálogo.
Reinos de la sugestión
Por otra parte, ¿qué nos descuibre ese Madrid soñado? Pues personalmente a mí me ha demostrado, una vez más, que sólo excepcionalmente hay sueños en arquitectura, o, mejor dicho, que, en esta disciplina tan forzosamente pegada a la tierra, cada cual sueña lo que realmente es, anulándose esas distancias y contradicciones que suelen separar mucho más radicalmente lo real y lo fantástico en otras artes.En este sentido, a través de los diseños de Juan Gómez de Mora, Pedro de Ribera, Ventura Rodríguez o Carlos María de Castro, por citar cuatro significativos representantes de otras tantas épocas de la construcción madrileña, uno no ve una ciudad esencialmente distinta de 14 que realmente se llevó a cabo, sino, en todo caso, la misma con diferentes adornos y soluciones puntuales, a veces, qué duda cabe, mejores que los que de verdad se realizaron, pero, al margen de la simpatía que despiertan los proyectos no ejecutados por lo que tienen de exótico y de especulativo, reinos dorados de la sugestión, no pocas veces también peores de lo que efectivamente fue construido.Sea como sea, esta exposición no sólo está justificada por los réditos científicos que ha motivado, sino que también proporciona al visitante un material precioso para comprender los entresijos de la historia urbana de Madrid, poniendo ante sus ojos lo aleatorio y fungible de una realidad que le acosa cotidianamente con la perentoriedad compacta y espesa con que las piedras se arrogan un destino fatal.
Pero no; detrás de cada piedra hay un hombre. que construye y destruye, aunque ese hombre sea el acosado ciudadano de la Villa y Corte, que concilia palacios reales italianos con casas de malicia, poblachones residuales y vías torturadas; en definitiva, un aluvión de realidades imponderables, cuya disparatada mezcolanza adquiere, en ocasiones, un cierto toque surrealista; que en eso consiste, a mi modesto parecer, lo que la arquitectura y el urbanismo madrileños tiene que ver con el sueño.
Este Madrid soñado es más que nada un Madrid que, durante siglos, se ha dormido con esa profunda somnolencia que se dice propia del sueño de los justos.
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