La jondura y la grandeza

El Pele vino a por todas a Madrid, donde no se le oía desde hace un par de años, y nos dió un memorable recital de cante, cuajado de jondura y de grandeza. Y de sabiduría, mucha sabiduría flamenca la de este cantaor que se encuentra ya en esa etapa de madurez y plenitud en que todo es posible.El Pele se entregó al cante apasionadamente y ofreció un cante de fuego y de pena, que llegó a los corazones. Por soleares, por malagueñas, por alegrías, por tangos, El Pele hizo un cante intenso, grande y jondo como pocas veces es dado oír en nuestro tiempo. En su larga serie de seguidillas llevó, literalmente, el trance al público, que las subrayó constantemente con exclamaciones de asombro, de gratitud, de admiración. En las tonás finales, la voz sola del cantaor fue un sueño, un increíble instrumento capaz de forjar el mejor cante posible. Con El Pele estuvo un joven guitarrista, el también cordobés Manuel Silveira, que estuvo justo, atento al cante y explayándose en el encanto de su toque sólo cuando convenía hacerlo.