El sida, una vez más
EL DÍA Mundial del Sida, que hoy se conmemora, debería de servir cuando menos para recordar una vez más las dificultades científicas para encontrar el atisbo de solución al problema y, sobre todo, la propagación de la única arma eficaz que se conoce hasta la fecha: la difusión de las medidas preventivas.La Organización Mundial de la Salud ha sido clara al respecto: el mundo desarrollado debería invertir veinte veces más de lo que lo hace hasta ahora si quiere frenar la propagación de la epidemia. Pasar de los 12.000 millones de pesetas que se invierten a los 250.000 millones que harían falta. El número total de afectados en el mundo se cifra en unos 12 millones de personas, de los cuales el 70% corresponde a ciudadanos del Tercer Mundo. Frente a ello, y hasta en tanto no se descubra un tratamiento eficaz, lo más sensato es invertir en prevención, es decir, en información y disminución de riesgos de las prácticas sexuales con el uso de preservativos.
La información permitiría saber, por ejemplo, que, en España, seis de cada diez enfermos se contagiaron por relaciones heterosexuales, lejos ya de una primera identificación con la homosexualidad y la drogadicción. También permitiría saber que en los nueve primeros meses de 1992 se han notificado más nuevos casos en nuestros país que en todo el año anterior. Las campañas informativas han sido insuficientes en un doble sentido: no ha evitado el espectacular incremento de los enfermos ni tampoco ha rebajado las cotas de intolerancia social tan vinculadas a la ignorancia.
Convendría, pues, que los Gobiernos tomasen nota de que invertir hoy en prevención e información es, sin duda, la forma más adecuada de preservar la salud de la mayoría, además de ahorrar costes de tratamientos mucho más elevados que los sencillos preservativos.
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