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Yeltsin creará en Rusia su propio partido reformista

Borís Yeltsin anunció ayer que desea promover un partido propio desde el que pueda defender sus reformas, a las que no piensa renunciar. Por su parte, el presidente del Parlamento, Ruslán Jasbulátov, ha convocado una sesión del Sóviet Supremo en una maniobra legal con la que pretende subordinar el Gobierno a la autoridad del Parlamento.

"Las transformaciones radicales necesitan reforzar su base social, y la práctica demuestra que esta base debe tener una determinada estructura organizativa. Puede ser un partido o un movimiento político", dijo Yeltsin ante los delegados de más de treinta organizaciones reformistas. Y agregó: "He meditado largamente sobre este tema, y he llegado a la conclusión de que necesitamos semejante fuerza política y de que yo, como presidente, debo estar con ella y ser parte de ella".La organización que une a los partidarios de la reforma ya existe, y se llama Opción Democrática, pero de lo que se trata ahora es, en las palabras del diputado Serguéi Yushenkov, de "darle nuevo impulso y convertirla en un auténtico partido político".

La formación de un partido yeltsinista puede ser señal de que el presidente está pensando en disolver el Parlamento y convocar elecciones. Su convencimiento sobre la necesidad de la medida, la reiteró indirectamente ayer: "No pienso retroceder en lo que considero la principal tarea de mi vida, sobre todo cuando tengo la sanción de los ciudadanos de Rusia que me eligieron presidente".

Yeltsin se considera con más legitimidad que el Parlamento, lo que se refleja en la carta que envió a Jasbulátov al devolver, rechazada, la ley de gobierno. Firmar dicha ley, escribe Yeltsin, significaría "legitimar y apoyar la actividad ilegal del Sóviet Supremo, dirigida a minar las bases del sistema constitucional de Rusia". De lo que resulta que si el Legislativo ' aprueba de nuevo la ley, volverla a incurrir en una actividad ilegal".Batalla por el control

Jasbulátov, por su parte, decidido a luchar hasta el fin por subordinar el Gobierno al Parlamento, ha ordenado organizar una sesión del Sóviet Supremo durante el Congreso de los Diputados. Lo que desea Jasbulátov está claro: que el Parlamento apruebe la polémica ley, obligando a Yeltsin a firmarla y a que el Congreso discuta las enmiendas constitucionales que se necesitan para que la ley pueda entrar en vigor. Si Yeltsin se negara, sena el Parlamento el que podría acusarle de "actividad ilegal".

La oposición radical, agrupada en el proscrito Frente de Salvación Nacional (FSN), organizó ayer un mitin que tuvo poca concurrencia: unas tres mil personas No se sabe si esto se debió al frío que reinaba -cerca de 15 grados bajo cero- o a que los principales dirigentes no aparecieron, pues, en su calidad de diputados, estaban reunidos para determinar su estrategia en el Congreso, el macro-Parlamento que deberá decidir, entre otras cosas, si prolonga a Yeltsin sus poderes extraordinarios -ante todo, la facultad de gobernar por decreto-, que expiran mañana. Hoy, el Tribunal Consitucional debe fallar en el juicio al Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y comenzar a examinar la legalidad del decreto de Yeltsin que prohíbe al FSN.

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