En soledad
El ciclo Otoño en Conde Duque toca a su fin. Hoy, Wim Mertens cierra el apartado Música sin Fronteras y este otoño musical que comenzó el 25 de octubre con la actuación de Etta James, y que ha programado 29 actuaciones de jazz, rock, blues y nuevas músicas deja paso a Comediants, que en diciembre se hará dueño y señor de la carpa. La presencia de Suso Saiz elevó el carácter rupturista del ciclo.Saiz es un músico que lleva velando armas durante mucho tiempo. Con grupos de la vanguardia imaginativa (Orquesta de las Nubes) o con cantautores (Pablo Guerrero, Luis Eduardo Aute). Con poperos elegantes (Esclarecidos) o con instrumentistas respetados (Jorge Reyes, Steve Roach). Su cultura musical, la apertura de sus planteamientos y su enorme curiosidad artística, le convierten en un todo terreno que, cuando se queda solo con su guitarra, radicaliza su postura. Y en Madrid se quedó.
Suso Saiz y Pep Llopis
Suso Saiz (guitarra, teclados, concertina, efectos). Pep Llopis (piano, teclados), Carlos de la Torre (teclados), Lluis Llario (contrabajo, bajo eléctrico), Perico Sambeat (saxo soprano, flauta), Gustavo Nardi (violoncelo), Vicente Cortina (percusión). 700 personas. Precio: 2.000 pesetas. Carpa del Gran Patio del Cuartel del Conde Duque. Madrid, 24 de noviembre.
La música que ofreció Suso Saiz escapa a cualquier cuadricula por la utilización de las posibilidades de la tecnología aplicada a una idea sin fronteras, porque todo es posible: la voz tratada, el ruido, el silencio, las disonancias, los timbres naturales... En definitiva, el culto al sonido como creador de ambientes.
Límites
Sin ser un instrumentista técnico -si a su imaginación uniese un conocimiento exhaustivo, jazzístico o clásico, de las posibilidades de la guitarra, Saiz estaría en otro planeta-, exprime con fruición y habilidad sus límites para crear ambientes que desarrollan preferentemente sobre una tonalidad pedal, en la que entran y salen efectos sonoros, diversos que entretejen armonías elementales pero efectivas, sin consistencia melódica. A pesar de su sencilla complejidad, Suso Saiz prendió en el público, le abrió su mundo peculiar y consiguió ser aceptado, que dado el cariz de la propuesta no es poco.La de Pep Llopis, presentada con el título de su último disco (Las noches y los días), fue menos arriesgada y más fácil de escuchar. Con seis músicos en escena y unos arreglos precisos y elaborados, Llopis ofreció composiciones más convencionales y para todos los públicos. Es un buen instrumentista y mezcla con corrección tecnología y sonidos naturales, pero su presentación resultó poco estimulante por poco nueva. En cualquier caso, es una apuesta personal al margen de lo cotidiano y, por tanto, admirable por la dificultad que entraña enfrentarse musicalmente al mundo en soledad.
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