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El Norte y el Sur se enfrentan por los fondos para proteger el ozono

La cantidad y la gestión de los fondos para conseguir que los países pobres no sustituyan a los ricos en el consumo de productos dañinos para la capa de ozono es la cuestión más espinosa de las que están tratando en Copenhague los representantes de casi 100 países, durante la reunión del Protocolo de Montreal para la protección de la capa de ozono. La delegación española está encabezada por Vicente Albero, secretario de Estado para las políticas del agua y del medio ambiente.

En esta cuarta reunión de las partes contratantes del tratado, cuya fase decisoria empieza mañana, el tema financiero puede marcar el futuro del tratado por su carácter político de enfrentamiento Norte-Sur. No es de esa opinión Domingo Jiménez Beltrán, director general de Política Ambiental, quien recuerda que hay tres temas centrales en la reunión: el adelanto de fechas, a 1995, para la prohibición de los productos clorofluorocarbonados (CFC); la introducción del bromuro de metilo en las listas de productos considerados dañinos para la capa de ozono, y el establecimiento de plazos para la pervivencia de los productos que sustituyen en una primera fase a los CFC, pero que también perjudican al ozono.Jiménez Beltrán señala, sin embargo, que el tema financiero es importante y sobre todo complicado. "No se trata tanto de ver si hay suficiente dinero en el fondo temporal que se creó en 1990 para ayudar a los países en vías de desarrollo a desechar los CFC como de saber cómo se va a administrar ese dinero". Mientras el Tercer Mundo quiere que el fondo se consolide, los países ricos, que son los que ponen el dinero, quieren que pase a integrarse en el Fondo Global para el Medio Ambiente, el discutido GEF, que administra el Banco Mundial y que es el instrumento elegido para otros tratados, como los de cambio climático y biodiversidad.

"Fue la primera vez que se creó un instrumento concreto para ayudar al Tercer Mundo a resolver los problemas creados por el Primer Mundo", recuerda Jiménez Beltrán. "Nadie pone en duda que hay que ayudar a países como China e India a cambiar de tecnologías, pero, aunque no hubiera dinero, eso no exime a los países ricos de cumplir sus compromisos, dejando de usar y fabricar los productos dañinos para el ozono".

La situación es grave, según las organizaciones ecologistas, que ven en esta parálisis financiera una gran amenaza para el tratado de protección del ozono, considerado el mayor logro medioambiental de la historia. Precisamente China e India fueron dos países que supeditaron su firma del tratado a la creación de un fondo independiente para gestionar la transferencia tecnológica. En la India, según estas organizaciones, se han construido tres fábricas de CFC en los últimos cuatro años, con tecnología norteamericana, y en China ha aumentado el consumo de estos productos en un 10% anual hasta alcanzar el nivel de consumo de Alemania anterior al tratado.

Del dinero prometido para los años 1991 a 1993, estimado en unos 240 millones de dólares, sólo se han recibido hasta ahora 46 millones.

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