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Mitterrand estudia las consecuencias para la CE de un veto francés al acuerdo de Washington

Pierre Bérégovoy confirmó ayer lo que había adelantado la noche anterior Jean-Pierre Soisson, su ministro de Agricultura: Francia rechaza el proyecto de acuerdo sobre comercio agrícola alcanzado en Washington por la Comisión Europea y Estados Unidos. "Ese proyecto es inaceptable y no será aceptado", afirmó en un comunicado oficial el primer ministro francés. No obstante, París todavía no había decidido si vetará ese acuerdo y abrirá así una crisis de incalculables consecuencias en la ya debilitada Comunidad Europea (CE).

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El presidente Francois Mitterrand tiene la última palabra sobre un posible veto francés a lo pactado en Washington por los representantes de Estados Unidos y los dos enviados de la Comisión Europea, Ray MacSharry y Frans Andriessen. Es, según fuentes del palacio del Elíseo, "una de las decisiones más difíciles" que Mitterrand va a tener que adoptar en su larguísima carrera política."Si el presidente termina tragando la amarguísima píldora de ese acuerdo, el daño causado a nuestra agricultura será enorme e irreparable, y la revuelta de los campesinos puede ser histórica", afirmaban esas fuentes. "Por el contrario", añadían, "si usa el denominado "compromiso de Luxemburgo" y, arguyendo que están en juego los intereses vitales de Francia, veta el acuerdo, la construcción europea recibirá un golpe mortal".

Las presiones

El europeista Mitterrand, aseguraban esas fuentes presidenciales, "está muy presionado por los que le dicen que, en caso de aceptar el sacrificio de buena parte su potencia agrícola, Francia se convertirá en el único país que da primacía a los intereses comunitarios". En París se recordaba ayer que Alemania se niega "egoístamente" a bajar sus tipos de interés y el Reino Unido a ratificar el tratado de Maastricht.

El aplauso británico a las concesiones efectuadas por MacSherry y Andriessen a Estados Unidos -reducción en un 21% de las exportaciones agrícolas subvencionadas- no sorprendía a ningún francés. Dolían en cambio las rápidas e incondicionales aprobaciones efectuadas por Italia, Alemania y España, tres países considerados "amigos" y "sinceramente europeistas". Fuentes del ministerio francés de Industria y Comercio explicaban la actitud de esos tres países como "fruto del miedo a Estados Unidos".

Pese a su rechazo del acuerdo, las autoridades francesas no han decidido cuáles serán las medidas que adoptarán para intentar impedir que sea materializado. Esperan la sesión extraordinaria consagrada al GATT que celebrará el Parlamento francés la próxima semana. El Gobierno socialista espera solemnizar en esa reunión el consenso nacional existente en tomo a la política de firmeza en la defensa de los intereses agrícolas franceses, tan cruciales para este país como los militares para Estados Unidos, los electrónicos para Japón o los automovilísticos para Alemania.

Soisson reiteró que el Gobierno francés no tomará una decisión antes de consultar su Parlamento y de conocer lo que "Bruselas (la Comisión Europea presidida por Jacques Delors) tenga que decir sobre la compatibilidad con la PAC de lo acordado en Washington". El ministro de Agricultura francés pidió que la próxima semana se celebre una reunión de los ministros de Asuntos Exteriores y Agricultura de los Doce.

En el comunicado oficial en que calificó de "inaceptable" el acuerdo, Bérégovoy aseguró que éste hace concesiones a las exigencias norteamericanas que "van mucho más allá de la reforma de la Política Agrícola Común" decidida por los Doce el pasado mayo.

En un intento de apaciguar los ánimos, Jacques Delors compareció ayer ante la Asamblea Nacional francesa. Delors subrayó que MacSharry y Andriessen trajeron de Washington "un proyecto de acuerdo" y "no un acuerdo definitivo". "La decisión final", dijo, "no corresponde a la Comisión, sino al Consejo de Ministros de los Doce".

Los partidos de la oposición francesa aplaudieron ayer la firmeza del Gobierno socialista. "Aceptar este acuerdo supondría el Munich de la agricultura europea", proclamó la gaullista Asamblea : ara la República (RPR), en alusión a la cumbre celebrada en los años treinta en esa ciudad alemana, en la que el deseo de paz de los franceses e ingleses dio alas a las ambiciones imperialistas de Hitler.

La centrista Unión para la Democracia Francesa (UDF), de Valery Giscard d'Estaing, rechazó también "resignarse a la condena a muerte del mundo rural francés". Los comunistas llamaron a la "lucha contra el imperialismo norteamericano".

Mientras los políticos hablaban, miles de agricultores comenzaron en las calles de varias ciudades su anunciada movilización general contra "la capitulación europea". En Bethume, cerca del Paso de Calais, quemaron neumáticos y banderas de Estados Unidos. En Dijon y otras localidades atacaron sucursales de una conocida cadena norteamericana de hamburgueserías.

La Coordinadora Rural, especializada en bloquear con tractores las carreteras, convocó una manifestación de protesta en las calles de París para el próximo miércoles. Luc Gouyau, presidente de la poderosa Federación Nacional de Sindicatos de Explotaciones Agrícolas (FNSEA), y Christian Jacob, de la Confederación Nacional de Jóvenes Agricultores se adhirieron a la convocatoria.

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