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Oficial y caballero homosexual

Un tribunal reincorpora a la Armada de EE UU al marino expulsado por su opción sexual

Keith Meinhold, un oficial de la Armada norteamericana de 30 años, volvió a su trabajo de la base de Moféet Fiel, el jueves pasado, por orden judicial, decidido a ser pionero para miles de militares que mantienen oculta su homosexualidad. "No sé si me veo a mí mismo como a un héroe", dijo Meinhold, separado de la Armada en agosto, tras declarar su homosexualidad en la televisión. "Voy a ser un caso de prueba, y confío en no errar".

La vuelta a las tareas oficiales rutinarias de Meinhold fue relativamente sencilla. Juró su cargo ante el capitán Greg MarkweIl, el oficial a cuyo mando directo estaba anteriormente, rellenó los formularios médicos y se puso el uniforme que durante tres meses no había llevado. Más tarde regresó al hangar, sede del Escuadrón de Patrulla 31, en donde había enseñado a los pilotos jóvenes cómo hacer funcionar el equipo de sonar en los Orion P-3 antisubmarinos hasta su separación del servicio.Pero hasta la más simple de las tareas estaba cargada de significado para Meinhold, que sabe que su conducta será analizada con lupa, y que considera esto como prólogo de lo que ocurrirá cuando el presidente electo, Bill Clinton, como se espera, firme una orden ejecutiva que permita a los homosexuales reconocidos permanecer en el Ejército.

Uno de los primeros en retar la prohibición militar, James W. Woodward, de San Diego, predijo momentos duros para Meinhold, aunque le auguró el éxito final. "Le envidio porque ha conseguido estar en la cresta de la ola", afirmó Woodward, que fue expulsado de la Armada por su homosexualidad, y cuyo caso rechazó el Tribunal Supremo hace dos años.

Compañeros de Meinhold sabían que era homosexual antes de su intervención en televisión y le defendieron. Y muchos oficiales testificaron en su favor durante el proceso de expulsión del Ejército. Otro oficial pidió excusas' por los prejuicios existentes y afirmó que había cambiado de opinión sobre los homosexuales después de conocer a Meinhold.

Las bofetadas que recibió Meinhold vinieron sobre todo,según él mismo asegura, del alto mando militar. Sus superiores le prohibieron visitar a sus amigos en la base tras su expulsión. Paralelamente, tras la sentencia de readmisión, los mismos oficiales le recibieron a las puertas de la base diciendo que no podían dejarle entrar sin autorización del Pentágono. Logró reincorporarse un día después, tras una segunda y enérgica orden de] juez. Sin embargo, la batalla legal de Meinhold no ha concluido. La próxima semana habrá una nueva vista en la que se espera que el Pentágono apele la orden federal y todo termine en el Tribunal Supremo.

Cuando Meinhold llegó a las puertas de la base el pasado lunes, fue recibido fríamente por un oficial, que evitó estrecharle la mano. La recepción formal del jueves fue algo más educada. Meinhold relató que había recibido una llamada telefónica de un oficial de la base que le comunicó que todo el mundo en las instalaciones militares tenía instrucciones de mostrarse respetuoso con él. Sin comentar dichas instrucciones, John Shackleton, portavoz de la Armada, hizo una breve declaración a la prensa explicando que Meinhold "se reintegraría a su antiguo trabajo, en el mismo escuadrón y con las mismas obligaciones". Tras ello no permitió el acceso a la base a los reporteros.

Un técnico de electrónica que solía volar junto a Meinhold, pidiendo que se le respetara el anonimato, predijo un buen recibimiento y resaltó con admiración la fuerte determinación de Meinhold. Efectivamente, al terminar el día, Meinhold dijo que el recibimiento había sido excelente y que, en el peor de los casos, se habían mantenido las distancias.

Nueva cultura

Meinhold se alistó a los 17 años y no reconoció su homosexualidad hasta después de entrar en el Ejército. Entonces encontró apoyo en la vibrante comunidad gay de San Francisco. "Ahora tengo una cultura", afirma. "He aprendido una jerga, de forma parecida a como aprendí la terminología naval". Meinhold asegura que siempre se ha sentido acosado por otros homosexuales en la Armada, pero desde que se ha convertido en una figura pública ha aprendido de otros, que le han dado consejos. Ahora, hojeando su viejo anuario de la Armada, dice: "Puedes encontrarte en este libro hasta a nueve homosexuales".

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