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Señales a ninguna parte

Los indicadores de la N-525 no logran aclarar la distancia entre Santiago y Orense

Xosé Hermida

¿Se pueden recorrer 11 kilómetros hacia atrás avanzando 500 metros en coche por una carretera? Parece un imposible metafísico, algo así como la paradoja de Aquiles y la tortuga, pero le pasa a cualquier conductor que tome la N-525 en Santiago de Compostela con dirección a Orense. No es que le ocurra realmente, pero así se lo hacen creer los indicadores kilométricos. A la salida de Santiago se encontrará una señal que le anuncia un trayecto de 99 kilómetros, y unos 500 metros más adelante contemplará perplejo cómo la distancia ha aumentado mágicamente a 110.No es ésa la única contradicción entre los indicadores colocados en la N-525 por el Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT). Por si no fuera ya bastante complicado descifrar los números entre trozos de hierro corroído por el óxido y pintadas superpuestas de los activistas en favor de la toponimia autóctona -corrigen las señales con spray para escribir Ourense, la forma correcta en gallego-, conforme avanza la carretera el desbarajuste de distancias se va tornando indescifrable.

Si en 500 metros el trayecto aumenta de 99 a 110 kilómetros, seis más adelante vuelve a reducirse a 93. Del mismo modo que, según el clásico, el veloz y liviano Aquiles nunca alcanzaría a la tortuga, el viaje de Santiago a Orense parece el camino a ninguna parte: tras recorrer otros cuatro kilómetros -de acuerdo con las marcas de los propios mojones de la carretera-, la distancia aumenta de nuevo a 94; cinco kilómetros más adelante se reduce a 84; dos kilómetros después aumenta a 86. Desde aquí, avanzar otros dos kilómetros más supone retroceder a 89 del lugar de destino.

Conclusión: desde el primer cartel el coche ha avanzado realmente 20 kilómetros, aunque sólo 10 según las señales. De fiarse de ellas habría que suponer que, o bien se ha estado haciendo un extraño movimiento en zig-zag, o una manó misteriosa ha decidido desterrar el sistema métrico decimal.

Muchos gallegos han utilizado esta carretera sin reparar en el disparate, pero algunos que sí prestaron atención a los carteles terminaron indignados, como un lector que escribió una carta de protesta a EL PAÍS. En la delegación del MOPT en La Coruña tratan de quitarle importancia. "Hay errores, es cierto, pero las cosas deben valorarse en su justa medida. A mí me preocuparía mucho más que faltase, por ejemplo, una señal de prohibido adelantar", afirma el ingeniero Valero Tello, responsable de señalizaciones en la oficina provincial de Obras Públicas.

La cabriola de saltar de 99 a 110 kilómetros de distancia en sólo 500 metros se explica por la típica descoordinación administrativa, según el ingeniero: "En ese lugar la Empresa de Autopistas del Atlántico construyó un enlace y colocó equivocadamente el cartel de 'Orense, 110', incoherente con el nuestro". Valero cree que el resto de contradicciones entre los indicadores se fueron acumulando a medida que se realizaban nuevas variantes en la carretera. La delegación provincial del MOPT asegura que los errores quedarán subsanados antes de final de año, cuando se renueven las señalizaciones de todas las carreteras de La Coruña.

Hasta entonces, los pintorescos carteles de la.N-525 seguirán invitando al visitante a tomarse en serio el viejo dicho de que nunca se puede adivinar la dirección que lleva un gallego. Eso sí, deberán saber que, mientras no se demuestre lo contrario, entre Santiago y Orense hay 99 kilómetros de 1.000 metros cada uno.

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Sobre la firma

Xosé Hermida
Es corresponsal parlamentario de EL PAÍS. Anteriormente ejerció como redactor jefe de España y delegado en Brasil y Galicia. Ha pasado también por las secciones de Deportes, Reportajes y El País Semanal. Sus primeros trabajos fueron en el diario El Correo Gallego y en la emisora Radio Galega.

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