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Major se queda solo en su partido y ante la CE

Enric González

John Major, el hombre que llegó a Downing Street porque no tenía enemigos, ya no ve caras amigas en ninguna parte. Su último quiebro, el retraso de la ratificación de Maastricht, no le ha ganado el apoyo de los conservadores euroescépticos, le ha enajenado en cambio la simpatía de los tories que aún le respaldaban y ha reforzado la oposición laborista. El primer ministro británico intentó convencer ayer, sin éxito, al presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors, de que el nuevo aplazamiento aplicado a Maastricht "no es significativo" y de que Europa debe "comprender" sus dificultades domésticas.

John Major y Jacques Delors se reunieron en Downing Street durante 80 minutos para hablar de la crisis de la Ronda Uruguay del GATT (Acuerdo General sobre Comercio y Aranceles). Pero Delors sacó a colación el nuevo e inesperado retraso en la ratificación británica de Maastricht y Major pasó muchos apuros para explicarle los motivos de su enésimo paso atrás. Cuando concluyeron la entrevista, ambos evitaron mirarse y se despidieron con la mayor frialdad.Los portavoces de Downing Street tampoco tuvieron un buen día. Su misión era explicar lo inexplicable: que Major hubiera llevado al Parlamento una decisiva moción sobre la inmediata ratificación de Maastricht, que hubiera condicionado su permanencia en el cargo a su aprobación, que hubiera coaccionado a sus diputados con amenazas casi inconcebibles para que votaran a favor, que hubiera ganado por tres votos frente a una moción laborista que pedía el aplazamiento, y que al dia siguiente... aplazara la ratificación.

"No es un retraso demasiado largo", dijo un portavoz del primer ministro, "y no afectará al proceso hacia la Unión Europea". Era una afirmación discutible, teniendo en cuenta que Major habló de iniciar la larga serie de votaciones "hacia mayo, cuando los daneses celebren su segundo referéndum". Eso significa que, con suerte, la Cámara de los Comunes daría el definitivo visto bueno tras el verano, y que la ley de ratificación llegaría a la Cámara de los Lores (celebrado reducto thatcherista y euroescéptico) no antes de octubre.

Promesa incumplida

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Jacques Delors le recordó a Major que, hace sólo un mes, los líderes de los otros once países comunitarios y él mismo recibieron una carta con membrete de Downing Street en la que se les comunicaba que el Reino Unido ratificaría Maastricht "en torno a Navidades". Con esa idea acudieron todos a la cumbre de Birmingham, y con ella contaban el miércoles por la noche, al recibir la noticia de que la Cámara de los Comunes había dado un agónico sí a la ratificación.

Majorjustificó el giro por sus dificultades domésticas. En estos momentos, le dijo a Delors, no podía estar seguro de que la ley de ratificación saliera adelante. Lo cual resultaba refutable, porque con la abstención o el voto

afirmativo de los laboristas -no habrían votado no en ningún caso- la mayoría estaba asegurada. Más cierto parece que John Major tuvo que comprometerse a retrasar la ratificación antes de la sesión del miércoles para contar con el decisivo apoyo de unos cuantos euroescépticos. La famosa votación, con todo su drama, habría sido en ese caso un simple pasteleo político, con la única finalidad de evitar la caída de Major. Exactamente como decían los laboristas.

Éstos, que celebraban ayer precisamente unas jornadas sobre la Comunidad Europea, se cebaron con el titubeante Major, cuya presidencia de la CE estaba Siendo, según el líder John Smith, "la presidencia malgastada". Dentro del propio Partido Conservador, la mayoría centrista y moderadamente proeuropea tampoco se sentía satisfecha. Y los euroescépticos, aún indignados por las presiones ejercidas por el Gobierno para que votaran sí el miércoles, lanzaban nuevas y graves advertencias.

John Biffen, el ministro thatcherista que dimitió hace tres años tras insultar a los alemanes, declaró que Major parecía "incapaz de adoptar el estilo de gobierno enérgico y autoritario que hace falta en este momento". Sir George Gardiner, otro thatcherista, lamentó por su parte que Gobierno y Parlamento no pudieran dedicarse a otra cosa que a "intentar sacar a Major de los anzuelos que se traga voluntariamente".

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