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Los jueces se declaran impotentes para luchar contra los chanchullos de los 'subasteros'

Francisco Peregil

Si usted busca un piso en Madrid de tres habitaciones por cuatro millones de pesetas, dése una vuelta por los juzgados de lo civil números 31 y 32, ubicados en la plaza de Castilla.Alguna pareja de novios ya lo hizo. Preguntó al grupo que había ante la puerta sí era allí donde se vendían los pisos baratos. Una veintena de bocas esbozaron una sonrisa entre irónica y compasiva: eran los subasteros profesionales, y, efectivamente, es en aquella sala donde se compran los pisos baratos -unas 60 casas al mes de la Comunidad de Madrid y 300 del resto del país-, pero son sólo ellos y los bancos los que se los quedan.

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'Buitres' con chaqueta

Las subastas aumentarán a partir de este mes, ante la avalancha de demandas que ha ejecutado sobre sus morosos el Banco Hipotecario. Hasta hace 10 días esta entidad enviaba cinco demandas diarias a los juzgados; y ahora, 200 semanales. 0 sea, que aún surgirá un mayor número de casas golosas a la espera de un buen postor. La periferia de Madrid -Fuenlabrada y su calle de Barcelona, Pinto, Humanes y tantos otros núcleos de viviendas para pobres- constituye el principal proveedor de esta peculiar almoneda.Imposible que alguien ajeno a ese mundo compre una ganga. Para eso están los profesionales de verdad: medio centenar de personajes que viven y veranean a costa de comprar pisos en subasta y venderlos a un precio mayor. Según reconoció uno de ellos, lo normal es reunirse antes de la subasta en un bar de los aledaños al juzgado y organizar una pequeña subastilla, en la que se reparten todos los pisos que horas después el juez sacará a subasta. Cuando acuden ante el magistrado, cada uno sabe en qué inmueble no debe meterse. Hoy por ti, mañana por mí.

Algún hombre se enteró de que a la vecina le quitaba el Hipotecario la casa. Quiso comprarlo para que su madre viviera cerca de él, pero no pudo. El juez del Juzgado 3 1, Juan Uceda, que presidía la subasta, se percató inmediatamente de que los subasteros subían el piso hasta precios equiparables a los del mercado. Y no podía hacer nada. Todo, una vez más, era perfectamente legal. Su colega el juez del Juzgado número 32 cree que una posible solución sería la publicación obligatoria de las pujas en toda la prensa.

~ Los particulares no suelen participar en las pujas porque temen la presión de los subasteros. "No es que ellos amenacen a nadie", explica el juez, "pero el control que ejercen echa para atrás a cualquiera".

Una de las formas de erradicar estas prácticas, según el sindicato de funcionarios CSIF, sería prohibir la venta de cualquier bien ganado en subasta, al menos durante cinco años.

Los subasteros -o buitres, que es como los denominan muchos funcionarios- disponen de toda la infraestructra necesaria para apoderarse de cualquier ganga que surja. Las subastas se publican en el Boletín Oficial del Estado, pero casi ninguno de ellos lo usa. Recurren a profesionales como M. Prieto G. (teléfono 320 17 67), que por 7.000 pesetas al mes les envían extractos de los boletines.

La hoja detalla el día y la hora del encante, el dinero con el que sale cada piso (tipo), la ubicación y la identidad de las partes en litigio, normalmente el banco y un particular. Cualquiera puede comprar el boletín o las hojas, pero le servirá de poco.

Un periodista de EL PAÍS se presentó como aspirante a subastero ante uno de ellos y éste le habló así: "Mira, hijo, esto es una selva de mafiosos. Aquí, la mayoría son testaferros, actúan en la ilegalidad y... Me callo, que al fin y al cabo son compañeros. Pero si quieres introducirte lo primero que hay que hacer es ver el piso y valorarlo. Después miras los autos [son como los antecedentes penales del inmueble donde se especifica si el piso tiene ya una carga, es decir, un impuesto preferente que hay que pagar, antes de comprarlo]. Bueno, a todo esto: ¿tú para quién trabajas? ¿Seguro que no estás con ninguno? Es que aquí, hijo mío, si vienes solo te puedes llevar un buen chasco. Además, hay que tener algo de dinero, porque ya sabes,que tienes que depositar en el banco el 20% del precio al que se subaste el piso. Pero te repito, hijo mío, esto es un mundo de delincuentes, muchos de ellos ya estuvieron en Carabanchel. Me callo. Después, está el problema de los bichos [habitantes de la vivienda])..., porque es muy difícil echarlos. La mejor forma, yo lo hago, es untarle dinero en la mano".

Cuando resultó evidente que se precisa conocer muy bien cada recoveco legislativo del mundo de las pujas y de que entrar solo era como un suicidio económico, otro periodista de EL PAÍS se presentó ante un subastero, y eligió a Diego Aldavero Naranjo.

- Quiero un piso barato y no tengo ni idea de cómo funciona esto. ¿Lo puedo conseguir?, -preguntó el periodista.

- Te puedo dar uno -le contestó Aldavero Naranjo por siete millones de pesetas en Torrejón.

La comisión que pidió Aldavero era de 300.000 pesetas. Otro de los subasteros pedía 25.000.

Disponer de un cliente antes de comprar un piso es lo ideal para el subastero. Así se ahorra el 6% sobre el valor del piso que ha de pagar a Hacienda si no lo vende antes de ocho días. ¿Cómo encuentran a los compradores? El veterano cicerone se lo explicó así al supuesto novato: "Hijo mío, de muchas formas. Hay quienes publican en los periódicos anuncios de pisos que no existen [para que le llamen personas interesadas en comprar] y otros que trabajan con agencias".

Una compañera suya argüía que no siempre los postores son impostores. "Si el banco se queda con la casa, echa al dueño cuando quiere. Nosotros somos más benevolentes, porque al menos esperamos a que los niños terminen el colegio".

Procesados pujantes

El sumario de los subasteros, iniciado en 1987, aún se encuentra abierto en la Audiencia Provincial. Aquel año, 27 profesionales de las subastas, 23 funcionarios de 13 juzgados civiles y un particular fueron procesados y acusados de cohecho, estafa y maquinaciones para alterar el precio de las cosas. Entre otras prácticas, solían realizar entre ellos la subasta real en el bar de al lado -para repartirse los pisos sin competir y sin elevar su precio-, y relegaban la del juzgado a una mera pantomima. Tras la intervención de varios teléfonos y algunos registros judiciales, el fiscal descubrió que en alguna operación ilegal se obtuvieron hasta 20 millones de pesetas como beneficios.Los subasteros procesados pertenecían principalmente a dos grupos, encabezados por Ernesto García López y los hermanos Eugenio y Carlos Fernández Loma. En la actualidad se encuentran en libertad provisional. Algunos, como Ernesto García López o María Francisca Tarriña Muñoz, acuden casi a diario a las pujas.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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