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Crítica:JAZZ
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Humanidad desbordante

Arrancó como un cohete el largo tren musical del otoño madrileño. Etta James, una de Ias cantantes clásicas de rhythm and blues, debutó en la capital y estrenó una carpa de última generación que soluciona buena parte de los problemas que tradicionalmente afectan a este tipo de recintos.The Roots Band preparó el terreno con un celo encomiable hasta que la James apareció con pasos solemnes y parsimoniosos, con la majestad de los combatientes de sumo. La cantante da espectáculo antes de emitir una sola nota. Un trasero imposible de abarcar con una sola mirada, que mueve pícaramente hincada de codos en el piano, y un escote capaz de acoger no un simple pañuelito, sino toda una toalla, son los rasgos más notables de un cuerpo que destila humanidad y alberga una voz también enorme y llena de sinceridad.

Etta James & The Roots Band

Etta James (voz), Ronnie Buttacavoli (trompeta), Kraig Kilby (trombón), George Brooks (saxo tenor), Josh Sklair y Bobby Murray (guitarra), Dave Matthews (piano), Allen McGrier (bajo) y Donto James (batería). Carpa de Conde Duque. Madrid, 25 de octubre.

Es fácil trazar los orígenes de esa voz. Están en el gospel y en el blues, dos estilos exigentes que piden tersura y aspereza casi al mismo tiempo para expresar sentimientos a menudo antagónicos. La James vocaliza con una dureza engañosa que esconde un amplio repertorio de matices. Su desgarro tiene gradaciones. Puede asomar ingenuo en la balada con tintes pop y levantarse orgulloso en piezas características del mejor rhythm and blues; en ambos casos suena a sincero y no a triquiñuela de negritud forzada.

Lejos de su repertorio habitual hizo un extraño Bésame mucho, descuidado en la forma, pero profundamente emotivo en su cruda exposición. Le bastó cerrar los puños y los ojos para regalar generosamente arte íntegro durante la hora justa que se mantuvo sobre el escenario y, aunque no pudo satisfacer las insistentes peticiones de una segunda propina, puso a bailar al público con la primera. Lástima que le pesen los años a una cantante a quien la historia le resulta tan liviana.

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