El primer paso atrás
E. G. El ministro de Industria, Michael Heseltine, no convenció a los mineros. El Congreso de los Sindicatos (TUC) calificó la moratoria de "enorme rendición por parte del Gobierno" en un comunicado. oficial, pero insistió en que sólo aceptará la retirada completa del plan que prevé el cierre de minas. "El cierre de tres quintas partes de la industria minera es inaceptable, no sólo para los mineros y sus familias, sino para todo un país que está en recesión", dijo el alcalde de Barnsley, una de las localidades afectadas por la crisis.
El secretario general del TUC, Norman Willis, asistió ayer como espectador a la sesión parlamentaria y afirmó, a la salida, que no tenía "la menor duda sobre nuestra victoria". "Hoy se ha visto el primer paso atrás del Gobierno, pero no el último", dijo Willis.
El secretario general del sindicato de maquinistas de tren Aslef, Derrick Fullick, manifestó su confianza en que el Parlamento rechazará mañana el plan Heseltine, a pesar de la moratoria. "En la declaración efectuada hoy [por ayer] por Heseltine no se ha visto otra cosa que la vergonzosa admisión por parte del Gobierno de que su política energética es un absoluto enredo", señaló.
La posición de los mineros se vio fortalecida ayer, cuando los sindicatos de las centrales nucleares, viejos rivales de los carboneros, anunciaron que las pasadas rencillas estaban olvidadas y que harían frente común para evitar el cierre parcial de British Coal. Los sindicatos han obtenido, de momento, un gran respaldo popular.
La actual moderación del líder de la Unión Nacional de Mineros, Arthur Scargill, es mucho mejor acogida por la opinión pública que su tradicional radicalismo y su antigua predilección por las huelgas salvajes. La gran manifestación convocada en Londres para el próximo domingo no se celebrará en Trafalgar Square, como se había previsto inicialmente, porque los organizadores calculan que hará falta un lugar aún más espacioso y de mayores dimensiones.
El lugar legido finalmente es Hyde Park. Los sindicatos esperan congregar en el gran parque del centro de la ciudad de Londres a unas 100.000 personas "como mínimo", según un portavoz del Congreso de los Sindicatos británicos.
Estas movilizaciones representan la mayor protesta sindical desde 1984, cuando Margaret Thatcher mantuvo un dramático pulso con los mineros encabezados por el entonces irreductible Arthur Scargill.
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