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Bajan la libra y la Bolsa, y se extiende el temor a una fuerte depresión económica

Enric González

Las vacilaciones del Gobierno de Londres se reflejaron ayer de nuevo en la evolución de la libra esterlina. La divisa británica cayó en picado al abrirse los mercados londinenses, remontó luego y dibujó una errática trayectoria durante la jornada, para cerrar en 2,42 marcos, dos pfennigs menos que el viernes.La Bolsa hizo algo similar: fuerte caída al principio y moderado repunte por la tarde, con una pérdida final de 1,7 puntos en el índice del Financial Times. La sesión de ayer fue considerada un compás de espera por los inversores, que pronostican una sensible caída de la libra y la Bolsa a lo largo de la semana, por dos motivos: la debilidad del Gobierno de John Major y, sobre todo, el creciente temor a que la economía del Reino Unido entre en una fase de depresión.

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La reducción en un punto de los tipos de interés, anunciada el viernes, debía suponer un estímulo para la economía y, por tanto, para la Bolsa. Eso es, al menos, lo que esperaba el canciller del Exchequer, Norman Lamont. Pero la reacción tendió a ser la contraria.

"Los mercados consideran que el abaratamiento del dinero tiene motivaciones políticas, no económicas, y la reducción del viernes, aunque justificada técnicamente, ha sido interpretada como una reacción de pánico dirigida a apartar la atención del público de la crisis minera", dijo un analista a la agencia Press Association.

El espectro de la depresión

Bastantes analistas británicos empiezan a vislumbrar que la actual recesión desembocará en una depresión. La principal característica de la depresión es que las tensiones inflacionarias se ven sustituidas por otras deflacionarias: el dinero se destina casi exclusivamente al pago de deudas, todos los bienes van perdiendo valor y, por tanto, se paraliza casi por completo la inversión.

Este fenómeno económico no había hecho su aparición en los países industrializados desde la gran depresión de los años treinta y fue definido de manera significativa por el célebre economista John Maynard Keynes con sólo dos palabras: "Lo peor".

Las voces que anuncian una depresión recomiendan una reducción drástica de los tipos de interés y una fuerte devaluación de la moneda. John Major empieza a considerar seriamente la posibilidad de que la economía británica se enfrente con este peligro, y el viernes habló por primera vez de que su objetivo fundamental era el crecimiento. Hasta ahora, su única obsesión era intentar mantener la inflación baja.

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