La policía dice que la valla de Los Focos dificulta la vigilancia del poblado
La valla crece. El malestar, también. Gitanos y policías coinciden en criticar la valla que está rodeando el poblado chabolista de Los Focos. Tanto los agentes municipales como los nacionales que vigilan la zona afirman que el cerco de hormigón dificulta su tarea de evitar el tráfico de drogas. Entre los vecinos se asegura que el muro ampara a los atracadores. El concejal presidente de la Junta de San Blas, Isaac Ramos, del PP, parece único satisfecho.
A media tarde, Antonio Olivas Lozano camina, con un buen palo en la mano. Sale de su chabola de Los Focos para acompañar a su mujer al trabajo. Por las noches va a buscarla con machete. "Desde que han puesto la valla nos atracan más. A mi hermano le han herido en la mano y el martes le dieron dos puñaladas a uno", dice. La esposa, Antonia, cree que tendrá que dejar la limpieza de oficinas porque cada vez tiene más miedo a volver a casa cuando ya está oscuro.Para Antonio, uno de los pocos payos del asentamiento, la valla ha empeorado "bastante" la vida en el poblado. "Eso son peleas por droga", piensa el concejal de la zona, Isaac Ramos.
El policía municipal que acaba de decomisar un gramo de heroína también despotrica. "Ahora se vende droga en dosis mayores y la valla no nos deja ver el movimiento que hay dentro", señala. En la comisaría, de San Blas, la Policía Nacional le da la razón. "Con el muro nos lo han puesto más dificil. Sólo controlamos los accesos", aseguran. Los agentes no patrullan por el poblado, sólo entran para hacer registros, pero no tienen constancia de que hayan aumentado los delitos.
"Enganches ilegales"
En Los Focos nadie está contento con la valla. Comenzó a construirse en agosto como paso previo a la edificación de 7.000 viviendas. Alcanzará los nueve kilómetros a ambos lados de la M40, según Ramos.El concejal está satisfecho. "El muro ha servido para que el Consorcio [para el Realojamiento de la Población Marginada] coja el toro por los cuernos y para que la M-40 no se quede sin luz por los enganches ilegales". Reconoce que la valla permite al Ayuntamiento presionar sobre las otras dos instituciones del Consorcio -Comunidad y Delegación del Gobierno- para llegar a un acuerdo financiero que permita construir viviendas para el realojamiento. La tarea parece aún lejana, si bien la corporación municipal ha ofrecido suelo.
A los habitantes de Los Focos -más de 300 familias, la mayoría gitanas- les da lo mismo el desacuerdo. Quieren vivienda y no valla. Pero, de momento, sólo cuentan con un muro que crece día a día, deja una media docena de accesos y, eso sí, se ha detenido cuando el trazado obligaba a derribar chabolas. Aunque se escuchan anuncios de guerra, aún no hay protesta organizada. "Es una vergüenza. Vamos a denunciar al Ayuntamiento por racismo ante los tribunales españoles y extranjeros", apunta el presidente de Presencia Gitana, Manuel Martín Ramírez.
Los más preocupados son los vendedores de cascorro (sanitarios), que ocupan una larga franja en la avenida de Daroca. La valla les está dejando sin escaparate para bañeras y tazas de retrete. "Nos podían haber avisado para despachar el género", se queja Ángel Silva. "Nos obligan a dedicarnos a la droga"", añade Ramón Vargas. "Están ilegales y se les ha notificado. Ésa es una zona llena de porquería. Que se vayan a otra parte con sus lavabos. Si no, la máquina se los llevará al vertedero", replica Ramos.
Los sanitarios son para la venta: aquí no hay agua corriente. Guadalupe Silva -"tengo 26 años y nunca he meado en un wáter"- se queja de la valla. Marta Silva hace la colada en una bañera: "Nos cierran y ya está. Como ganado".
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