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Grave enfrentamiento entre el Reino Unido y Alemania a causa de las disputas económicas

, Las relaciones entre el Reino Unido y Alemania alcanzaron ayer su máxima tirantez. El Foreign Office tomó la inusual decisión de convocar al embajador alemán en Londres para expresarle una protesta formal a causa de la filtración a la prensa de un documento del Bundesbank que atribuía al Gobierno británico toda la responsabilidad por la crisis de la libra esterlina. Tras una jornada cargada de tensión, John Major procuró calmar los ánimos anunciando que el Bundesbank y la diplomacia alemana habían "presentado sus disculpas y han sido plenamente aceptadas por nuestra parte".

Los acontecimientos de ayer supusieron, sin embargo, un nuevo desgarro en la política de John Major, que presumía de haber creado un eje especial Londres-Bonn dentro de la Comunidad Europea. Y dejaron al descubierto las deficiencias en la actuación del Gobierno británico durante las jornadas anteriores al miércoles negro, lo que hace aún más difícil para Major explicar la crisis monetaria en la inminente conferencia anual del Partido Conservador.El diputado tory procomunitario Stephen Milligan definió el enfrentamiento germanobritánico como "vergonzoso e innecesario", mientras el euroescéptico Teddy Taylor afirmó que Alemania había "insultado descaradamente" al Reino Unido.

Las protestas formales ante los embajadores no son habituales en la Comunidad Europea. En el Reino Unido han' sido efectuadas, por ejemplo, ante el embajador iraquí cuando Sadam invadió Kuwait (1990), y ante el embajador soviético cuando se produjo el intento de golpe de Estado (1991). La dura reacción británica a la simple filtración de un documento fue considerada "fuera de proporción" por fuentes diplomáticas, y fue más una exhibición de firmeza gubernamental, para consumo del cada vez más inquieto Partido Conservador, que una amenaza contra Alemania.

Fuentes del Foreign Office dijeron, sin embargo, que convocar al embajador era una acción "perfectamente natural". El enfrentamiento se originó con la publicación, por parte del diario económico Financial Times, de un documento remitido por el Bundesbank al Foreign Office. En él se daba cuenta de los esfuerzos alemanes para mantener a la libra esterlina dentro del Sistema Monetario Europeo (SME).

El presidente del Bundesbank, Helmut Schlesinger, señalaba que su entidad había gastado casi dos billones de pesetas para evitar la caída de la divisa británica, y se refutaban punto por punto las excusas empleadas por Downing Street para justificar el desastre de la libra. Del texto se deducía claramente que el canciller del Exchequer (ministro de Economía), Norman Lamont, era el principal responsable de la crisis monetaria.

Lamont no dimite

El documento fue recibido el martes por el Foreign Office. Al día siguiente, la Embajada alemana en Londres remitió una copia casi íntegra al Financial Times, que lo publicó ayer a gran tamaño en primera página, acompañado por un texto editorial en páginas interiores en el que exigía la inmediata dimisión de Norman Lamont.

El miércoles por la noche, en cuanto la primera edición salió de rotativas, el canciller del Exchequer emitió un comunicado oficial en el que acusaba a Alemania de romper "la confidencialidad de las comunicaciones diplomáticas". Lamont explicó en su nota que el primer ministro, John Major, la respaldaba plenamente. Este dijo no conocer aún la filtración ni la nota de protesta cuando ambas estaban ya en la calle.

El Gabinete británico. se reunió ayer por la mañana para que el canciller del Exchequer informara sobre los sucesos. Lamont afirmó, a su llegada a Downing Street, que no tenía intención de dimitir. Al mismo tiempo, se convocó formalmente al embajador alemán, barón Hermann von Richthofen, para exigirle explicaciones. El embajador es bisnieto del piloto Manfred von Richthofen, héroe germano de la Primera Guerra Mundial, conocido con el sobrenombre de Barón Rojo.

La oposición laborista aprovechó los acontecimientos para lanzar un nuevo ataque al gobierno. El líder del partido, John Smith, emplazó al primer ministro a que explicara los acontecimientos, y exigió la dimisión del canciller del Exchequer. "Ya no es cuestión de discutir si Lamont debe irse, sino de decidir cómo y cuándo", manifestó el canciller en la sombra, Gordon Brown.

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