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Un juez de Florida autoriza al niño Gregory Kingsley a 'divorciarse' de sus padres

Gregory Kingsley, el niño de 12 años que peleó durante varios días en los tribunales por su derecho a divorciarse de sus padres naturales, obtuvo ayer una victoria histórica. Tras la sentencia del juez de Orlando, Gregory podrá quedarse a vivir con sus padres adoptivos, Gregory y Elizabeth Russ. Después de oír el fallo, el chiquillo levantó los brazos en señal de triunfo y se abrazó a su madre adoptiva. El caso puede sentar un precedente para el resto de Estados Unidos.

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Antes de llegar a este momento Gregory escuchó ayer cómo di versos testigos acusaban a su madre de promiscuidad, lesbianismo, negligencia, drogadicción y de haber abusado de sus tres hijos. Mientras los abogados del pequeño despiezaban el pasado de su madre, Gregory dibujaba en una libreta y tomaba caramelos rodeado de la familia que ha elegido para sustituir a la suya."Sólo pretendo ser feliz", declaró escuetamente el niño durante una de las interrupciones de la vista del tribunal de Florida, que ha despertado tal atención entre los norteamericanos como para que dos cadenas de cable dedicaran gran parte del día a su emisión en directo y dos productoras se ofrecieran a comprar los derechos de la historia para el cine. El juicio, que ha abierto el debate sobre los derechos de los niños en la sociedad norteamericana, fue duro y lacrimógeno.

La más violenta acusación contra Rachel Kingsley, la madre del pequeño, partió de su hermanastra, que además durante un tiempo fue su cuñada. "A veces, cuando iba a verla a su casa por la mañana, veía hombres saliendo de su habitación, y en ocasiones lo hacía por dinero", dijo Jeanette Glenn, que también recordó cómo su hermanastra había consumido marihuana con frecuencia delante de los niños.

Tendencias suicidas

"Los niños iban sucios, con el pelo revuelto y estaban descuidados. Yo abría las cortinas que mantenían la casa a oscuras y le pedía a Rachel que les dejara salir a la calle, que tienen derecho a jugar al aire libre", añadió. "Un día, cuando fui a visitarles, Zach (el hermano menor de Gregory) lloraba sin parar en una habitación, estaba solo en la casa y el pañal que llevaba estaba empapado. Rachel estaba en el supermercado", dijo, mientras estallaba a llorar: "Siento tanta pena por los niños".

Varias camareras, compañeras de Rachel, subieron ayer al estrado para presentar a la madre del niño como una irresponsable que lloraba constantemente por no tener suficiente dinero para cuidar a sus hijos y que se gastaba gran parte de su exiguo sueldo en alcohol. Según una de las camareras, Rachel tiene las mismas tendencias suicidas que acabaron con la vida de su madre cuando ella era niña.

La camarera, Kathy Von Beren, explicó que Rachel ingresó a sus hijos en un orfanato porque su amante femenina Tammy la abandonó cuando el padre de las tres criaturas los dejó a la puerta del apartamento que compartían, para que se hiciera cargo de ellos.

Al principio de la sesión, Rachel había tratado de defender su papel como madre explicando que fueron sólo sus problemas económicos los que la llevaron a ingresar a su primogénito tres veces en un hospicio; trató de culpar al sistema de beneficencia norteamericano de su situación. En los últimos ocho años, Rachel, una camarera de 30 años, sólo ha convivido con su hijo siete meses.

Ralph Kingsley, el padre del Gregory, que ha renunciado a sus derechos sobre el niño y que abandonó a su mujer cuando se encontraba embarazada por tercera vez, apoyó ayer las pretensiones de su hijo en contra de su madre: "Entiendo que quiera dejar atrás todo lo que ha pasado".

Gregory Kingsley ha conseguido romper sus lazos legales con sus progenitores para poder ser adoptado por la familia de George Russ, un abogado padre de ocho hijos, que acogió al niño hace un año. Russ, cuyo padre era alcohólico, dijo que vio en los ojos de Gregory toda la angustia que había sufrido él en su propia infancia.

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