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EL FUTURO DE EUROPA

Major presta más atención a la crisis de su Gobierno que a la europea

Enric González

John Major atraviesa el momento más arriesgado de su mandato. La rebelión euroescéptica ha llegado al seno del Gobierno británico, donde al menos cuatro de sus integrantes se muestran partidarios de dar un portazo a Maastricht.

Las tensiones domésticas absorben al primer ministro, que debe controlar las divergencias en el Gabinete y preparar su comparecencia, mañana, en una Cámara de los Comunes crecientemente hostil hacia la unión europea.

En el dificil equilibrio entre sus dos cargos, primer ministro británico y presidente semestral de la Comunidad, Major concede absoluta prioridad al primero de ellos. Y parece estar cediendo a las exigencias anticomunitarias de las bases conservadoras, lo cual no es un buen augurio para la próxima cumbre de la CE.

El descenso de los tipos de interés, anunciado ayer, supone una nueva victoria para los euroescépticos, que tras el referéndum francés prefieren llamarse a sí mismos eurorealistas. La desvinculación del Sistema Monetario Europeo (SME) ya es definitiva, y consolida las teorías del que, paradójicamente, se ha erigido en líder de los curoescépticos en el Gobierno, el casi destituido canciller del Exchequer (ministro de Hacienda), Norman Lamont.

Junto a Lamont se alinean el ministro de Seguridad Social, Peter Lilley (el más notable vestigio del thatcherismo en el Gabinete); el ministro de Empleo, Michael Howard; y el influyente secretario del Tesoro, Michael Portillo.

Postura frustrante

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John Major es, personalmente, europeísta. Pero el instinto de su pervivencia le aconseja adoptar una actitud muy ambigua. No ha cancelado el proceso de ratifica ción parlamentaria del tratado de Maastricht, pero lo ha congelado casi indefinidamente; dice que el tratado "contiene elementos muy positivos para el Reino Unido", pero sugiere su revisión; considera que la pertenencia de la libra al Sistema Monetario Europeo ha sido beneficiosa para la economía británica, pero no piensa por él momento en reintegrarla al mecanismo de cambios. Se trata de una postura muy frustrante para sus ministros y diputados procomunitarios, que temen. un fracaso histórico de la crucial presidencia británica. "Nos estamos ganando el resentimiento de nuestros socios europeos", dijo ayer un parlamentario conservador.

La reunión de los Comunes de mañana servirá como ensayo de la convención del Partido Conservador, prevista para mediados de octubre. Los euroescépticos,(o eurorrealistas) intentarán demostrar la fuerza de que alardean. Norman Tebbit, ex presidente conservador y thatcherista ferviente, fue rotundo ayer al advertir a Major que "si no rompe con Maastricht de una vez, saldrá de la convención con la nariz hinchada".

Probables sucesores de Major

La situación de Major sería crítica si existiera un líder capaz de galvanizar la rebelión anticomunitaria. Por el momento, no lo hay. Sólo la ex primera ministra Margaret Thatcher tiene el carisma necesario, pero está a buen recaudo en la Cámara de los Lores y, además, supondría un casi increíble paso atrás, completamente inaceptable para los conservadores moderados.

Los dos sucesores probables de John Major, en el caso de que la crisis europea -que ya derribó a Thatcher- acabara con él, son europeístas convencidos Kenneth Clarke, el vigoroso ministro del Interior, y Michael Heseltine, ministro de Industria y eterna alternativa.

La confusión imperante en la política británica desde el hundimiento de la libra hacía imposibles las predicciones. Major se ha quedado sin estrategia a largo plazo, y se limita a ganar días y a cabalgar sobre la crisis. Las tensiones en el gobierno podrían estallar en cualquier momento, y no es descartable un cambio en la composición del gabinete. La posible dimisión del ministro del Patrimonio, David Mellor, por el escándalo de sus relaciones extramatrimoniales, podría ofrecer a Major la ocasión para hacer cambios.

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