¿Y ahora qué?
Perplejidad y expectación en la CE ante la corta victoria de Maastricht en Francia
El referéndum francés ha significado el levantamiento de un obstáculo, pero el camino de espinas hacia la Unión Europea no ha terminado. Principalmente porque la escasez de la victoria ha dado alas a los enemigos de Maastricht, que lanzan de nuevo sus propuestas de revisar el tratado o incluso de renegociarlo todo de nuevo. Esta es la impresión generalizada que se respiraba ayer en la Comisión Europea en Bruselas y en la mayor parte de las representaciones de los Doce en la capital comunitaria, donde el sentimiento imperante es una mezcla de perplejidad y de expectación.
No hay resaca posterior a las urnas, porque nadie ha celebrado de verdad el resultado positivo. Las buenas noticias para Europa se han encadenado con la agenda cargada de problemas y con pronósticos borrascosos sobre el comportamiento de las monedas europeas en los próximos días.A las apuestas sobre los resultados de las urnas en Francia se suman ya hoy las apuestas sobre el calendario de reincorporación de la libra al Sistema Monetario Europeo (SME): cosa de semanas para los expertos monetarios más eufóricos, y de años, bastantes años, para los más pesimistas.
"El Sistema Monetario Europeo ha dejado de existir y estamos de nuevo en la serpiente europea de los años 70, de la que el Reino Unido entraba y salía cuando le apetecía", comentaba un analista monetario instalado en Bruselas. El retroceso, para este tipo de valoración, corresponde a cuarenta años y es muy acorde con los enfrentamientos entre el Bundesbank y el Gobierno británico, más propios de la época de los egoísmos monetarios nacionales que de la marcha hacia la unidad europea.
Entre los análisis menos catastrofistas se puede recoger la opinión de que el Bundesbank ha maniobrado en contra del Gobierno británico para conseguir de un sólo envite la fuerza necesaria para quedarse con la sede del Banco Central Europeo.
Caso de ser cierto, queda por ver si un envite tan fuerte no se ha llevado la mesa de juego y a parte de los jugadores por delante. Y al Banco Central europeo incluido.
Problemas difíciles
En cualquier caso, los obstáculos a levantar en lo inmediato se vinculan tan estrechamente con la crisis de la libra y del Sistema Monetario Europeo que forman un compacto de problemas de muy difícil abordaje.
El primero de ellos es la ratificación británica del Tratado de Maastricht, prometida por John Major para después del referéndum francés, en caso de voto afirmativo, pero que encuentra ahora otros dos condicionantes previos como son la resolución de la situación de la libra esterlina y el hallazgo de una fórmula para deshacer el embrollo del no danés, según ha declarado el propio Major.
El margen escaso del sí parece haber dado ínfulas. de negociador duro al Gobierno danés. El gabinete del primer ministro Poul Schlütter sólo se podía sentir confortado por un voto afirmativo minúsculo.
El no se llevaba todo por delante, cosa que no deseaban los daneses, y el sí rotundo les dejaba en una situación muy comprometida, que les obligaba a revisar a fondo su situación. El actual resultado permite a Schlütter pedir una revisión del tratado y situarse como pez piloto del tiburón británico.
Tiburón y pez piloto son los que regirán los máximos destinos de la Comunidad Europea hasta el verano del próximo año, es decir todo el curso útil que queda por delante. El Gobierno británico es el presidente del turno semestral hasta diciembre y como tal deberá pasar el relevo al siguiente presidente, el Gobierno danés.
Ambos serán los responsables, además de llevar los asuntos corrientes de la presidencia, de realizar el tirón que permita salir del atasco de Maastricht o de dejar a la carreta comunitaria definitivamente hundida en el barro.
Muchos son los socios que tienen serias dudas sobre la posibilidad de que unos bueyes con tan escasa voluntad saquen al armastoste del atolladero.
Iniciativa conjunta
Existe la posibilidad, sin embargo, de que en los próximos días se produzca el anuncio de una iniciativa conjunta de Bonn y París. A fin de cuentas, lo que han votado los franceses el domingo no ha sido tanto Maastricht, como la confirmación de la amistad franco-alemana como viga maestra de la futura casa Europa.
La amenaza de un estrechamiento de este eje es una de las cosas que puede llevar a Major a posiciones de mayor flexibilidad, a riesgo de perderse en la segunda velocidad de la construcción europea.
Distintos observadores comunitarios consideran que una iniciativa Kohl-Mitterrand estaba prácticamente preparada como reacción ante un resultado negativo y que la propia victoria ajustada puede activar de nuevo la idea, sobre todo en caso de que la conducción británica de la crisis, facilitada por su presidencia semestral de la Comunidad Europea, no proporcione inmediatamente un horizonte algo más despejado.
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