Jaspers Johns: meditacion melancólica
Aunque diera la impresion, por lo así publicado entre nosotrós, que la importancia de Jaspers Johris (Augusta, 1930) se debía a haber batido la marca económica de cotización de un artista vivo, cuando su White Flag se remató en subasta por 1.000 millones de pesetas, éste es un dato artísticamente irrelevante. Lo relevante en Johns es su obra y ésta sí, al menos en lo que se refiere a sus dibujos y grabados, ha podido ser contemplada en nuestro país durante los últimos años. En este sentido, hay que recordar, en primer lugar, la exposición de Working Proofs, que organizó Gelhaar con caracter itinerante y que recaló en Barcelona el año 1980, pero, sobre todo, la mucho más reciente que con el título Jaspers Johns: Obra gráfica 1960-1985 se exhibió durante 1987 en el Reina Sofía.La convocatoria actual incide precisamente en este importantísimo aspecto de la obra de Johns, pues reune 52 piezas pertenecientes a cuatro series de grabados, realizados entre 1987 y 1990 a partir de las pinturas de la obra titulada Las estaciones (1985). Recuerdo este impresionante conjunto pictórico porque coronaba el pabellón norteamericano de la 43 Bienal de Venecia de 1988, monográficamente dedicado a una retrospectiva de Johns, sin duda uno de los más sólidos talentos artísticos entre los surgidos a partir de la década de los cincuenta y figura clave para comprender la transición entre el expresionismo abstracto y el pop. Pues bien, este conjunto de pinturas de Las estaciones, inspiradas en la poesía de Wallace, Stevens, pero, que formalmente tanto tenía que ver con determinados iconos e incluso cierta factura de Picasso, era el típico ejemplo de la complejidad compositiva y psicológica de su autor, aunque en este caso reforzada por esa densidad sentimental con que un gran creador reflexiona melancólicamente sobre sí mismo, su obra y el arte al al canzar la madurez.
Jaspers Johns: Las estaciones
Galería Weber, Alexander y Cobo,Doctor Fourquet, 12, Madrid, del 17 de septiembre al 14 de noviembre de 1992.
Por lo demás, como saben los seguidores de Johns, éste concibe su obra gráfica a partir de pinturas realizadas previamente, pero no como el simple y literal aprovechamiento de un icono, sino como continuación en otro medio de un problema de suyo irrosoluble, y que, por tanto, en ese trasvase de lo pintado a lo impreso, adquiere nuevas complicaciones y desarrollos, poniéndose de esta manera en evidencia -más y mejor- lo que verdaderamente entiende este artista por una obra de arte: un proceso infinito cargado de incidencias.
Cuatro series
Esto mismo es lo que se nos ofrece en la presente exposición, y, además, dada la fecha reciente de los cuadros que la han inspirado, con el sobreañadido interés de adentrarnos en las íntimas preocupaciones artísticas actuales de Jaspers Johns. Por lo demás, la concentración del enfoque de fijar la atención en cuatro series a partir de un mismo conjunto permite merodear extensamente por todos y cada uno de los recovecos en los que lleva a cabo Johns su meditación artística, como siempre caracterizada por atmósferas alternantes y una escalofriante precisión analítica. Desde luego, se trata de una cita imprescindible esta temporada.
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