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EL FUTURO DE EUROPA

Preparados para lo peor

La hipótesis del 'no' ha avanzado en las últimas horas entre los dirigentes europeos

Lluís Bassets

Hace una semana nadie en la CE quería trabajar con la hipótesis del rechazo a Maastricht. Horas antes de la consulta se diría que es exactamente al revés. "Los hombres políticos sobre el terreno", comentaba un portavoz comunitario, "tienen muy malas impresiones de sus circunscripciones y del pulso de la calle". La tormenta monetaria, la enfermedad de Mitterrand, el mal sabor de boca de las acusaciones mutuas y de las suspicacias levantadas entre los Doce, todo ello ha ido cargando el ambiente y ensombreciendo el panorama. Ya existen documentos en los que se estudian los llamados escenarios del no, y todo parece preparado para abordar la catástrofe.

El lunes, con la resaca de los resultados y con independencia del signo que tengan, habrá Consejo extraordinario de Ministros de Exteriores, con el propio presidente de la Comisión, Jacques Delors, incluido, en Nueva York, donde se hallarán con motivo de la Asamblea General de la ONU. En Washington estarán todos los ministros de Economía y Finanzas, dispuestos a hacer un aparte en las reuniones del Fondo Monetario Internacional (FMI) para ocuparse de Europa. Unos y otros discutirán sobre la cumbre extraordinaria que, también con independencia de los resultados, han pedido primero el ministro de Exteriores italiano, Emilio Colombo, y luego, el canciller alemán, Helmut Kohl, y el primer ministro francés, Pierre Bérégovoy.Para el día después hay ya toda una panoplia de hipótesis de trabajo. En el caso del voto afirmativo, incluso de una victoria amplia del sí, todo el mundo está de acuerdo en que los problemas no quedan resueltos. Nadie cree ya que el momento psicológico de un lunes luminoso permita borrar lo que ha sucedido en las últimas semanas. Hay, Sin duda, un esfuerzo para volver a la disciplina en el Sistema Monetario Europeo (SME), pero no está claro que la libra regrese, como mínimo en lo inmediato'. La propia ratificación británica de Maastricht se ve gravemente complicada. John Major puede tener dificultades con el Parlamento si quiere conseguir un voto favorable antes del 1 de enero, la fecha inicialmente prevista para la culminación del proceso de ratificación.

Reaparece, además, el problema danés, con un doble protagonismo: será posiblemente el único socio que no habrá ratificado y que por el momento nada ha dicho sobre la posibilidad de ratificar, y contará desde enero hasta junio con la presidencia de la CE, lo cual le dará protagonismo y capacidad de iniciativa.

El futuro danés

Las hipótesis que se barajan sobre el futuro danés son:

Una boina para Maastricht. Dinamarca se queda en la CE sin ratificar el tratado. Para ello pide un protocolo a 12 en el que se especifica su situación especial, en la que se contemplan los elementos de Maastricht que se abandonan. Esta boina al Tratado de Maastricht suscita numerosos problemas a su vez para su ratificación por los Doce, y puede dar lugar a dos variantes. Si los otros 11 socios avanzan en la construc ción europea, Dinamarca va descolgándose hasta quedar en la práctica equiparada a los miembros de la EFTA que se han incorporado al Espacio Económico Europeo (EEE). Las reuniones de los 12 de la CE, por mor de la posición danesa, se convierten así en la práctica en 11.

Unión a la carta. Segunda hipótesis: la posición danesa, sumada a la peculiar situación británica en el tratado (exclusión de la política social y opting-out o posibilidad de salirse de la unión monetaria) da lugar a una Comunidad a la carta, que se convierte en la, práctica en una Europa de distintas velocidades, con una base en común de un mercado único. Triunfan así las posiciones de los más liberales, que preconizaban únicamente una zona de libre comercio.

Los Doce se quedan en Once. Dinamarca no espera a que se produzca una degradación de una ratificación a 11 de Maastricht y denuncia, directamente, el Tratado de Roma y el Acta única. Esta posibilidad no está prevista en la CE, donde nunca se ha trabajado sobre la hipótesis de que algún socio quiera darse de baja del club. Los Doce deberían acordar por unanimidad la modalidad de la salida danesa.

Plazo de gracia. Dinamarca obtiene un plazo para incorporarse a la Unión Europea. Se trata de una claúsula de opting-in, exactamente al revés que los británicos, que podría vincularse a la ampliación de la CE.

Hipótesis del 'no'. Maastricht se convierte en historia. Los británicos no ratifican. La libra probablemente no regresa al SME, que entra en una crisis quizá definitiva. Quedan el marco y su zona, y los otros campan cada uno por su lado. La propia CE entra en una fase no tan sólo de vida lánguida, sino incluso de problemas mucho más serios, que pueden afectar al núcleo de su funcionamiento y agravar todavía más el panorama entero del Este europeo.

La cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de los Doce, que se celebrará seguramente en todos los casos, tendrá un orden del día principalmente monetario en caso del sí y una parte dedicada al laberinto político en caso del no. Pueden producirse incluso presiones sobre Delors para que no dimita en un intento de aunar todas las fuerzas para salvar lo salvable. Se prevén crisis de gobierno en cadena: Italia, Reino Unido, Alemania, España y Francia, donde el vendaval puede ser de mayor alcance, pues afecta al presidente de la República. Y esto es lo que en francés, lengua de trabajo de la Comunidad Europea, se llama un escenario catástrofe. En Bruselas son muchos los que creen estar ya psicológicamente preparados para esta eventualidad. Pero habrá que ver a la hora de la verdad.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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