¿Dónde estaban los toros?
Pegaba trallazos Litri mirando al tendido y algunos espectadores habrían preferido que mirara al toro. "Mira al toro, hombre", le pedían. Pero a qué toro. Otros espectadores se preguntaban donde estaba el toro. Era el sexto y no había salido ninguno. Ningún toro en toda la tarde; se dice pronto. En el reconocimiento los veterinarios rechazaron dos ejemplares de la ganadería anunciada, y si fue por chicos, es dificil imaginar cómo serían.
A Ortega Cano, que encabezaba el cartel, el cambio de los toros le produjo gastroenteritis, y por este motivo no compareció. Se comprende perfectamente. Uno es master en afecciones estomacales y sabe que la gastroenteritis puede ser enfermedad psicosomática. Los disgustos producen más dolores de estómago que las guindillas picantes. Por ejemplo, cuando se avería el puro que uno custodiaba amorosamente para fumarlo en la plaza, lo cual es casi tan traumático como sufrir un cambio de toros. A veces, más.
Albarrán / Joselito, Litri
Tres toros de Luis Albarrán (dos rechazados en reconocimiento y uno devuelto por inválido), sin trapío; 3º de Torrestrella, anovillado; 4º (sobrero) y 6º de Gabriel Hernández, uno terciado, otro brocho. Todos inválidos y dóciles. Joselito: bajonazo (oreja); estocada recibiendo un varetazo (ovación y salida al terelo); estocada (oreja). Litri: bajonazo escandaloso (oreja); metisaca y estocada baja (silencio); dos pinchazos -aviso-, pinchazo, media y descabello (palmas). Plaza de Las Cruces, 19 de septiembre. Tercera corrida de feria. Lleno.
Quedó Ortega Cano en casita haciendo reposo y quedaron en la plaza Joselito y Litri componiendo un mano a mano incomprensible. No se sabe de nadie que haya manifestado jamás su" deseo de confrontar las cualidades de ambos espadas. Y si ese inopinado ser existía, en esta corrida se le aclararon todas sus dudas: nada tienen que ver el uno con el otro; como si procedieran de distintas galaxias.
Uno toreaba templado y gustoso -Joselito-, el otro -Litri- era incapaz de torear. Hay un montón de matadores, novilleros y hasta becerristas con más sentido del temple, gusto artístico y recursos técnicos que Litri y, sin embargo, este coletudo va de figura por todas las ferias del país. Tampoco debería extrañar: las incongruencias y las injusticias se prodigan tanto que han tomado carta de naturaleza en la fiesta. Descartada cualquier posibilidad de ejercitar el toreo en, alguna de sus formas, Litri recurrió a los desplantes temerarios, rodillazos fogosos, molinetes mirando al tendido, que primero causaron sensación, y ya no en. las repeticiones.
"Mira al toro, hombre", le pedían; mal pedido, pues habría sido más propio decir "Mira a la oveja, hombre". Y -hombre-, después de mirarla, torearla. Es lo que hizo Joselito, que toreó las ovejitas a placer. A la primera de su lote la dio pases pero no los ligó. La segunda se desplomaba continuamente. A la tercera, de boyantía infinita, la instrumentó redondos y naturales de calidad excelsa, y entre los buenos pases de pecho, hubo uno de mágica torería.
No fue casualidad, pues Joselito tiene madera. Con frecuencia mete dei matute inconsistentes contrachapados, que le valen para un avío (hasta le regalan orejas) pero como atesora caobita pura, la saca cuando le place y pone golosa a la afición. Si la sacara con toros, ya se estaría hablando de la primera figura del toreo. Es lo que la afición espera de Joselito: que lo demuestre de una vez. Porque, sin toros, se queda en figura presunta y cualquier tuercebotas puede hacer lo mismo, corregido y aumentado.
Babelia
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