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Jordi Pujol advierte al Gobierno que peligra la continuidad de la etapa de colaboración

Enric Company

El presidente de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pujol, advirtió al Gobierno y al PSOE que peligra la continuidad de la etapa de colaboración con los nacionalistas catalanes. Esa colaboración se hará imposible, dijo, si no se resuelve el problema de la financiación autonómica, si no se reorienta la política económica en beneficio de los sectores productivos y si continúa lo que calificó como política autonómica "regresiva". La oposición acogió esta advertencia como un síntoma de que Pujol prepara ya el discurso de los nacionalistas para las elecciones legislativas.

Pujol dedicó la parte central del discurso -con el que se inició ayer en el Parlamento catalán el debate anual de política general- a desarrollar sus ideas sobre la situación de Cataluña en España. El líder nacionalista dijo que para consolidar y desarrollar su personalidad, Cataluña necesita que, en un horizonte que fijó en el año 2000, "haya una España diferente y un encaje diferente de Cataluña en el conjunto español".Las dificultades para lograr este encaje provienen, afirmó, de la resistencia de España "a llevar cabo los cambios hasta admitir plenamente su pluralidad, que no es de peculiaridades, sino de naciones". Agregó que esas dificultades provocan fuera de Cataluña un malestar "que hace ver fantasmas". Para contribuir a alejarlos, Pujol dijo que el objetivo para Cataluña "no es la independencia, sino el reconocimiento pleno de su personalidad y de una situación propia dentro del Estado". A renglón seguido, no obstante, añadió que este objetivo "va más allá de la autonomía que tenemos, más allá de la actual capacidad de tomar decisiones y más allá de status lingüístico y cultural".

No a la uniformidad

Pese a la rotundidad de es as afirmaciones, Pujol no aclaro a lo largo de su discurso -que duró dos horas y cuarto- si pensaba en una reforma del Estatuto de Autonomía y de la Constitución. Dejó claro en cambio que él reconocimiento del que hablaba "no es compatible con la uniformización de las autonomías". Esta parte de su discurso terminó con la advertencia de que, a la corta o a la larga, "la insuficiencia de libertad y de poder" conduciría a una "situación de ahogo" que llevaría a su coalición, Convergència i Unió, y a todo el país a un cambio de estrategia.

Pujol combinó una vez más el enfoque general de su discurso con incursiones en aspectos de actualidad. Se ratificó en su juicio favorable a la depreciación de la peseta y la defendió como una, consecuencia de un cambio de rumbo de la política económica española, que juzgó imprescindible. El cambio que, según Jordi Pujol, debe operarse en la política económica del Gobierno socialista consiste en enfocarla hacia el apoyo a lo que denominó "los sectores productivos" de la economía. "A toda España le convendría bascular hacia la mentalidad productora de riqueza en vez de estar tan condicionada por la mentalidad administradora de riqueza, ya sea inmobiliaria, terrateniente o financiera".

"No está en mi estilo formular amenazas", aseguró, "pero la no resolución del problema de la financiación y la política autonómica regresiva hacen cada vez más difícil la relación y la colaboración con el Gobierno y los socialistas".

Pujol rechazó la idea del alcalde de Barcelona, Pasqual Maragall, de hacer de la capital catalana una segunda capital institucional de España, salvo en el supuesto, dijo, de que este cambio respondiera a una aceptación profunda de la diferencia de Cataluña dentro del conjunto español. Pasqual Maragall, que junto al líder del PSC, Raimon Obiols, expresó la "desilusión" de los socialistas por el discurso de Pujol, apreció no obstante el "tono relativamente amistoso" del presidente de Cataluña.

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