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Esperando el vuelo 53

Los preparativos de lanzamiento del 'Hispasat', mezcla de alta tecnología y trabajo artesanal

Sin apenas puntos de referencia en la gran planicie entre el mar Caribe y el comienzo de la selva amazónica, los hangares donde se montan los gigantescos cohetes Ariane, diseminados por los 900 kilómetros cuadrados que ocupa el Centro Espacial Guyanés, no reflejan sus verdaderas dimensiones. En la base de lanzamiento ELA-2, dedicada a los Ariane 4, los más potentes de la serie, los operarios están terminando de montar la tercera fase y la caja de equipos del cohete que en la madrugada del próximo 11 de septiembre, en el vuelo número 53 de Ariane, pondrá en órbita el primer satélite español de comunicaciones, el Hispasat. Una redactora de EL PAÍS visitó la base recientemente.

Adornado con un gran rótulo en el que se lee V53, que indica el vuelo número 53 de estos cohetes, el Ariane 4 tiene ahora 50 metros de altura, que serán 58,4 metros cuando se añada en la parte superior, seis días antes del lanzamiento, el contenedor con los dos satélites que debe impul sar hasta su órbita. Compañero de viaje del Hispasat será un sa télite norteamericano de la serie Satcom, también de comunica ciones.El Hispasat irá en la parte superior del contenedor denominado Spelda, que permite hacer lanzamientos dobles. Los técnicos españoles que están participando en el Centro Espacial de Kourou en la campaña de lanzamiento señalan que en caso de algún problema la posición del satélie español, que sale el primero del contenedor, es ventajosa.

Cadena de montaje

Los lanzamientos del Ariane se han convertido en una cadena de montaje en la que la alta tecnología convive con una buena dosis de artesanía. Hacer cohetes y satélites no es todavía como hacer automóviles en serie, y esto explica su altísimo coste y el tiempo que se invierte en cada una de las misiones.Desde que empleza la fabricación, por separado, del cohete y de los satélites que va a llevar, hasta que los trozos llegan al centro espacial europeo en contenedores especiales y son ensamblados, pasan varios años. Tres años ha tardado en estar listo, por ejemplo, el satélite Hispasat 1A, que llegó a Kourou el pasado 8 de agosto tras su fabricación en varios países europeos y su ensamblado final en Toulouse (Francia). Y varios días se ha tardado, ya en Kourou, en cubrirlo con la brillante manta térmica, formada por docenas de piezas distintas, que le debe proteger del calor que dañaría. sus delicados equipos electrónicos.

El Ariane es el medio de transporte espacial que ha alcanzado mayor ritmo y éxito comercial, con una media de casi nueve lanzamientos anuales y una baja tasa de fracasos. Soporta este ritmo una complicada organización totalmente europea en la que participan la Agencia Europea del Espacio (ESA), la sociedad Arianespace, fabricante y comercializadora de los satélites y el Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES) francés. Este último es el propietario de la base espacial situada a sólo cinco grados al norte del Ecuador, lo que es muy ventajoso para poner satélites en órbita geostacionaria, como el Hispasat. La zona disfruta además de un clima bastante tranquilo, poco propenso a huracanes y tormentas.

Lo que más llama la atención en las actividades de la campaña de prelanzamiento son las estrictas medidas de seguridad. Por un lado se protegen los cohetes y satélites de posibles daños inadvertidos y por otro a las. personas de los peligros derivados de la utilización de combustible altamente inflamable y explosivo. En las zonas de seguridad, por ejemplo, los empleados deben dejar el coche en posición de salida sin maniobra, con las llaves puestas y los cristales subidos. Pero también está la preocupación por el terrorismo y el sabotaje, que implica al ejército francés además del personal de seguridad.

La Guyana, provincia francesa de ultramar, habitada en su mayor parte por franceses de la metrópoli, descendientes de esclavos negros y reducidas comunidades indias, tiene un aspecto típicamente caribeño matizado por la existencia de la base espacial como sólido soporte economico, lo que también contribuye a su estabilidad política.

En la base trabajan 1.100 personas de forma permanente, que aumenta en otras 200 en cada campaña de lanzamiento.

Contaminación

No ha hecho falta la configuración más potente del Ariane 4 para poner en órbita los dos satélites del vuelo 53. Con sólo dos propulsores de combustible líquido de los cuatro que puede llevar, el Ariane 44LP es capaz de levantar 3.750 kilogramos hasta la órbita geostacionaria de transferencia, la más lejana de la tierra en la que sitúan satélites. Para ello el cohete pesa más de 400 toneladas (400.000 kilogramos) y sus elementos caen al mar o se queman en la reentrada en la atmósfera. Cada lanzamiento provoca así una contaminación transitoria atmosférica y otra permanente en el mar.A pocas fechas del lanzamiento el cohete, con los satélites ya montados en su extremo superior, el Ariane del vuelo 53 recorrerá, sobre una gigantesca mesa con ruedas similares a las del ferrocarril, casi un kilómetro de vía especial hasta alcanzar en una hora la plataforma de lanzamiento. Todos los elementos de la plataforma están extrañamente limpios, si se tiene en cuenta que allí tiene lugar una explosión gigantesca cada vez que se lanza un cohete. La explicación está en la existencia de unos fosos que dirigen y evacúan los gases en varias direcciones, amortiguando el impacto del lanzamiento, y en la utilización de toneladas de agua con el mismo fin.

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