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Se presenta en Montreal 'El laberinto griego', de Vázquez Montalbán

El filme se estrenará en España este mes

Andrés Fernández Rubio

El laberinto griego fue guión antes que novela, aunque la novela apareció antes que la película, y el detective del guión es distinto del del libro, ya que su autor, Manuel Vázquez Montalbán, no ha querido prescindir en el libro de Pepe Carvalho, el escéptico detective de varias de sus obras. Se trata de un proceso creador no muy típico que el cineasta, Rafael Alcázar, y Vázquez Montalbán mantuvieron durante más de un año, hacia 1990. El resultado es un filme que interpretan Omero Antonutti, Aitana Sánchez-Gijón, Eusebio Poncela y Fernando Guillén Cuervo, y que se estrenó ayer en el festival de Montreal.

El laberinto griego, segunda película de Rafael Alcázar, de 44 años, se presenta dentro de la programación especial que el certamen canadiense dedica al cine español, y se verá en España en septiembre, cuando ya la novela lleve más de un año en las librerías."Tuve interés en que Bardón, el detective, no se pareciese a Carvalho", dice Rafael Alcázar. "Le separa de Carvalho el carácter mediterráneo y sus relaciones familiares. En lo único que coinciden es en la manera de mirar lo que les rodea, con escepticismo e ironía".

Alcázar, coguionista de la película, está admirado de la capacidad de trabajo de Vázquez Montalbán, que mientras trabajaba en los fragmentos de guión que ambos se intercambiaban por correo, escribía la novela Galindez y una guía de Moscú.

El argumento de El laberinto griego cuenta la llegada de dos franceses, un hombre y una mujer, al despacho del detective Bardón. Buscan a un griego ex amante de ella, que saben que está en Barcelona. A partir de ahí comienza una intriga detectivesca, con muertes, drogas, y el mundo de la noche en una Barcelona en plena transformación. Bardón tiene un hijo, un ejecutivo de la Villa Olímpica que lo considera un fracasado de la vieja escuela romántica que ya no sabe cómo ganarse un duro y que, por lo tanto, sobra en este Inundo. La ex mujer de Bardón, asimismo bien situada económicamente, tiene un gimnasio femenino.

"Barcelona aparece casi siempre de noche", dice Alcázar, "y se ve la zona abandonada sobre la que se estaba terminando la ciudad de los atletas. Nacía la Ciudad Olímpica y desaparecía la otra".

Alcázar considera que, aunque no hay un mensaje nítido en la película, sí aparece una serie de pinceladas de lo que es la vida de hoy en día, la perplejidad de los padres, y otras perplejidades, como la del investigador ante los Juegos, que para nacer destruyen una parte de la ciudad".

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