_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Legitimidad

El señor López Rodó necesita legitimar la cruzada de Franco porque así legitima su largo colaboracionismo con un régimen tan represivo como legitimado. Durante 20 años de su vida, el señor López Rodó, valido de Carrero Blanco, a su vez valido de Franco, evidenció un inmenso estómago donde cupieron todas las violaciones de los derechos humanos perpetradas por el franquismo, desde la tortura hasta la persecución sistemática de la oposición, pasando por el límite incluso del espacio aéreo del régimen, porque más de un perseguido se tiró o se les cayó por la ventana o por el hueco de la escalera.Mientras tales cosas sucedían, el señor López Rodó redactaba leyes importantes. Cualquier atasco legislativo producto de un pique entre las familias del régimen lo resolvía López Rodó, que era un estajanovista de leyes fundamentales. A López Rodó le constaba el leguleyismo de Franco, ejercido o por decreto, o con el refrendo de las instituciones legislativas tan representativas como las Cortes, y lo cultivaba elogiando siempre que podía esta característica de su caudillo. Mientras los responsables directos de la represión ejercían la legítima violencia del Estado -que, no lo olvidemos, tiene el monopolio de la violencia-, López Rodó les escribía las leyes que necesitaban. Tenía tomada la medida e incluso pasaba por alto algunas bromas que le gastaban en los círculos más próximos a Franco; por ejemplo, el médico personal del caudillo, Vicente Gil, sostenía que el voto de castidad perjudicaba al valido del valido, y le intrigaba al bueno de Vicentón dónde llevaba puesto el cilicio don Laureano.

Y es que, al franquismo más cruzado y legitimado, don Laureano siempre le pareció un animal anfibio infiltrado en la cruzada. Pero era un franquista legítimo. Con todas las de la ley que él mismo escribía.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_