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Mario Camus dice que la cultura en España retrocede a posiciones franquistas

El cineasta presenta a concurso 'Después del sueño' en el Festival de Cine de Montreal

Andrés Fernández Rubio

ENVIADO ESPECIALLa situación de¡ cine en España es bastante lamentable, dice Mario Camus, de 57 años y director de Los santos inocentes, una de las grandes películas de¡ cine español. Camus, cuyo último título, Después del sueño, se presentó ayer a concurso en el Festival de Montreal, considera que en España "se están equivocando" no sólo con él cine, sino con las manifestaciones artísticas en general. "Se vuelve a las posiciones del régimen de Franco, de hablar de la pintura, que es de lo que se habla cuando los regímenes son autoritarios y de lo que se trata es de no molestar a nadie. No hablan de las artes sociales, no saben que el cine es el medio de expresión más importante del mundo", dice.

"No saben que Jack Lang ha dicho bien claro en Cannes que el cine es un arte mayor", agrega Camus. "Piensan todavía que es un espectáculo de barraca. Y cuando aún no conocían fuera a Felipe González ni de vista, ya estaban las películas españolas por ahí, buenas, malas o regulares, pero dando una imagen del país. ¿Que es difícil hacer una buena película? No es fácil. Pero es que estamos en un desierto, no nos hace caso nadie, nadie sabe nada, al ministro le importan un carajo las películas, lo que hace es ir a ver jugar al Barcelona, ignora quiénes son los directores de cine, los escritores, los guionistas. No saben nada y les da igual. Hablan de economía".Camus tiene la idea de que el cine es un bien público, y, como tal, una cuestión de Estado. En este sentido, defiende una política de protección que puede pagarse bien sacándole partido económico al poderoso e invasor cine americano, bien mediante el mecenazgo o por cualquier otra vía que parta asimismo de la consideración del cine como hecho artístico.

"No puede un país estar de espaldas al cine, volcados los periódicos en la economía y las páginas artísticas hablando de pintura, generalmente de ese pintor mallorquín... Eso y nada más. Bueno, y Michael Douglas".

"El Gobierno debe decidir"

"Hay una verdad incuestionable", añade Camus. "Tal como está ahora el cine, con los costes y los medios que tenemos, es el propio Gobierno el que tiene que decidir si le interesa o no. Y si le interesa tiene que pagarlo, y si no le interesa tiene que decirlo. Entiendo que un Gobierno decida que hay cosas mucho más importantes que el cine. Me parece bien y es una postura valiente. Pero lo que no se puede es decir: 'Bueno, vamos a darles a estos tres chicos tres pesetas'. Si usted'quiere'una cinematografía propia páguela, buscando fórmulas para financiarla. Se pueden buscar mil fórmulas. Desde que el cine empezó a ser subvencionado oficialmente, se planteó en los periódicos el porqué de que se subvencionara al cine, cuando los propios periódicos han estado subvencionados. A mí me preguntaron en Telemadrid: '¿Qué piensa usted de las subvenciones?' Todos en Telemadrid están subvencionados. Están subvencionados los sindicatos, los partidos políticos, y no veo yo en eso nada grave ni dramático".

El cineasta es crítico no sólo en este aspecto de la cultura, sino también con la sociedad española en general. Su película Después del sueño está dedicada a los viejos republicanos españoles que se quedaron hasta el final en el extranjero o volvieron a morir a la España ya democrática. Uno de los personajes principales del filme regresa de Rusia a Santander, lo que le da oportunidad a Camus para tratar lateralmente la caída del comunismo. El viejo republicano muere en un hotel antes de poder conocer a un sobrino suyo. Éste se entera de que su tío poseía algo valioso, e intenta recuperar ese legado desconocido no por motivos económicos sino sentimentales, porque quiere bucear en la memoria de aquel hombre con el que no llegó a encontrarse en vida. A partir de ahí, se desarrolla una intriga en la que aparecen los nuevos emergentes, aquéllos que precisamente sólo ven en el tesoro oculto del viejo una vía para instalarse y trepar.

"No hay que ser tremendistas", dice Camus, "pero es la sociedad que estamos viviendo y a la que nosotros alimentamos. Lo malo es que eso nos parece normal. En un momento dado, un personaje dice: 'Yo hice esto y me parece que hice bien'. El problema del bien y del mal está muy diluido y es algo tremendo en una sociedad que se hace definitivamente capitalista y que entra en un mundo de valores promovidos todos por el coche, el dinero, la casa, el nivel de vida, el subir, el poder, el medrar. Pobres".

Los grandes fracasos son fantásticos

Mario Camus matiza que con Después del sueño no ha tratado de ponerse en la piel de un inquisidor, sino que simplemente se ha permitido presentar en tono distendido y normal unos rasgos, de esta sociedad tan distinta de la que pensaban los que marcharon al exilio."No he pretendido pontificar. Después del sueño es una fábula muy corta que, en materia cinematográfica, tiene una intriga que se mantiene, con una serie de personajes que se mueven por unos caminos bastante tortuosos: existe el amor, pero no hay amor; existe la simulación, pero no sabes si es simulación o es de verdad. Es el mundo en que vivimos, en que ni uno sabe cuáles son sus verdaderos sentimientos".

De todas maneras, hay una serie de datos claros, y, sobre todo, grandes contradicciones y paradojas que Camus ha tratado de tocar en la película. "Yo no tengo ninguna esperanza", dice, "lo que pasa es que hay personajes positivos y otros horribles, pero hasta los horribles mismos parece que pueden cambiar, porque si estamos asistiendo a algo en éste tiempo esa ese mundo muy movedizo; antes, las propias enemistades eran de mucho tiempos y ahora, uno puede cambiar de idea, la gente oscila, varía. Somos juguetes de la cantidad de circunstancias que están en torno nuestro".

Al tratarse de una fábula, la película da lugar a muchas interpretaciones, "pero quedan claras las intenciones de quien se expresa". Y la posición de Camus es la del personaje positivo de la chica de la pensión, cuya generosidad toma el espíritu de una frase de Napié en la época de la invasión napoleónica: "Todo está podrido en España menos el corazón de los pobres".

El título Después del sueño se refiere a la utopía. Camus dice que al ser uno de los grandes temas de hoy, tras la descómposición de los países comunistas, ha tratado de cogerlo de una manera un poco sesgada, "haciendo una historia en la que eso esté incluido, una especie de elegía sobre la gente que creyó en esa utopía, no hablo de dirigentes políticos ni sindicales, ni de los que mandaron, sino de aquellos que creyeron que los hombres eran hermanos".

Para Camus, los grandes fracasos son fantásticos. "¿Cree que esta utopía no volverá a resucitar dentro de unos años? Por supuesto que sí. ¿Cree que este mundo en el que estamos viviendo nosotros va a tener algún porvenir? Esto está más caído que el chelín belga. Este mundo de decir ahora llego a esto, y a esto otro, y a no se qué, y ahora soy consejero, y ahora... ¡Qué barbaridad! Eso va a caerse de un momento a otro".

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