La puerta grande estaba abierta
La puerta grande estaba abierta y preparada. Durante la lidia, permaneció convenientemente cerrada, claro. Pero con el ganado noble y a veces pastueño que salió, el público con ganas de juerga y unos jovenes toreros con cartel, dispuestos a comerse los bombones de Cunhal, los goznes crujían desde el principio.Julio Aparicio cortó su primera oreja por un espadazo de efecto fulminante, tras una faena en la que no terminó de acoplarse, molestado por el aire y con el público más pendiente de la lluvia, que empezaba a caer con fuerza. Trincherazos sueltos con gusto, derechazos compuestos y empeño en torear con desmayo. Ahí quedó toda su discreta labor.
Sin embargo toreó al pastueño quinto con buenos lances de salida, y remató con una media personal, para desarrollar luego una faena de muleta en la que hubo armonía y despuntó el arte en diversas dosis.
Cunhal / Ponce, Aparicio, Jesulín
Toros de Cunhal Patricio, muy terciados, cómodos y sospechosos de pitones, nobles. 1º, 3º y 5º, pastueños. Enrique Ponce: pinchazo y estocada contraria (oreja); pinchazo, otro hondo y descabello (silencio).Julio Aparicio: estocada contraria atravesada (oreja); estocada (dos orejas). Jesulín de Ubrique: estocada trasera desprendida (dos orejas); pinchazo y estocada caída (oreja). Aparicio, Jesulín y el mayoral salieron a hombros. Plaza de San Sebastián de los Reyes, 28 de agosto. Segunda de feria. Tres cuartos largos de entrada.
Si Aparicio hubiera estado más pendiente de correr la mano al noble burel, la altura de la faena hubiera sido mayor, su intensidad y brillantez. Pero hay que anotar que, tanto al natural como en el toreo en redondo, derrochó gusto, y que en el de adorno hubo variedad: kikirikís, desplantes de rodillas y trincherazos para poner la rúbrica en tandas de naturales. El comienzo de faena fue muy torero, se dobló con sandunguería y dibujó un cambio de mano con el toro empapado en la muleta.
Jesulín también se apuntó al triunfo, al poner voluntad y quietud. En el noble primero comenzó dando distancia y con temple, para a mitad de faena pisar los terrenos del buen cornúpeta y, sin mover las zapatillas, hacer de Dámaso González, aunque le comparen con Ojeda. Tuvo más mérito en el sexto, un toro con cuajo que se negaba a embestir. El de Ubrique volvió a meterse aún más entre los cuernos. Es un decir. Y retornó a los circulares de espaldas con ambas manos y a recordar al de Albacete...
Ponce no se fue con sus compañeros en la salida a hombros por el acostumbrado mal manejo de la espada. Pero toreó con gusto a su primero y se dobló con torería en su segundo. Abrió su primera faena de muleta con el toreo al natural, y una primera tanda fue buena, una segunda regular, y siguió con derechazos en los que llegó a rebozar al torito con su elegancia reconocida.
Pero todo hubiera sido más bello y emocionante con toros de presencia y pitones íntegros.
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