Negociar en serio
LAS REUNIONES entre árabes e israelíes iniciadas el pasado lunes en Washington representan una etapa nueva en los esfuerzos desarrollados durante el último año para buscar soluciones negociadas a los conflictos de Oriente Próximo. El Gobierno del laborista Rabin ha realizado una serie de gestos políticos -desde la liberación de 800 presos palestinos a la anulación de algunas de las disposiciones represivas tomadas contra la población de los territorios ocupados- que han hecho posible un mejor ambiente entre los interlocutores, lo que permite albergar esperanzas de que al fin pueda pasarse del habitual intercambio de monólogos a una negociación seria.Es cierto que subsisten enormes diferencias, pero también que ha empezado un trabajo concreto en cuatro mesas de conversaciones: en cada una de ellas una delegación israelí discute respectivamente con las delegaciones jordana, libanesa, siria y palestina. Las dos últimas son las más conflictivas, y de lo que en ellas ocurra depende básicamente el resultado glob al.
De momento, Israel ha introducido cambios sustanciales de posición en aquellos temas que afectan a Siria y al problema paiestino. La novedad más inesperada ha sido la, declaración del ministro de Exteriores Simón Péres en el sentido de que Israel está dispuesto a una retirada parcial de los altos del Golán a cambio de un tratado de paz con garantías de seguridad.
Hasta ahora, las posiciones respectivas sobre el Golán eran totalmente incompatibles: Israel ni siquiera admitía discutir sobre la frontera y Siria exigía la devolución incondicional. La nueva posición israelí, que los sirios consideran insuficiente, abre, no obstante, una posibilidad de negociación en dos terrenos: la dimensión de la retirada israelí y la seguridad. En este segundo aspecto, EE UU ha ofrecido situar ciertas tropas de cobertura para dar las maximas garantías a Israel.
En la cuestión palestina -y es otra novedad de la reunión de Washington- se ha pasado del debate sobre planes de futuro, contradictorios e incompatibles, a una negociación más concreta sobre la forma de organizar, para los próximos cinco años, la autonomía de la población de los territorios ocupados. Palestinos e israelíes enfocan la cuestión partiendo de posiciones dispares, lo cual no puede sorprender a nadie. Para los primeros, la autonomía es una etapa para preparar el Estado independiente al que aspiran; tesis rechazada por él Gobierno de Rabin, si bien éste mantiene una actitud ambigua -ante la solución derinitiva del problema. El texto del plan israelí no se ha hecho público, pero la, portavoz palestina ha dicho que merece un serio estudio. El hecho mismo de que se rehúya la publicidad parece indicar que se está superando la fase de la propaganda para abordar una negociación concreta.
Entre el "consejo legislativo" que piden los palestinos y el "consejo administrativo" que propone Israel ¿se encontrará una zona de coincidencia? Para ello es fundamental que los israelíes otorguen al órgano elegido por la población palestina amplias competencias en diversas materias, incluido el orden público. En los territorios ocupados crece el extremismo; se desconfia de las negociaciones. Esta tendencia extremista sólo perderá fuerza si se establece un autogobierno de verdad que, aun excluyendo las relaciones exteriores y la defensa, permita a los palestinos sentirse dueños de su propia casa.
Si en 1988 la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) dio un viraje de 180 grados al aceptar la existencia del Estado de Israel y la resolución 242 de la ONU, ahora Israel, al aceptar el intercambio de paz por territorio, hace posible una negociación seria. Ésta será aún larga, difícil e incierta. Pero ha empezado.
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