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El libro vive la víspera de una de sus grandes revoluciones, dice Roger Chartier

El paso a la lectura en pantalla traerá consecuencias imprevisibles, según el historiador

Es posible que estemos en la víspera de la sustitución del libro tal como lo conocemos por el texto en pantalla, dijo en Santander Roger Chartier, director de la Escuela de Altos Estudios de Ciencias Sociales, de París. En contra de lo que predijo McLuhan, no ocurrirá que los textos serán sustituidos por imágenes, sino que los textos pasarán a un soporte magnético (pantalla). Sucede que, como demostró la imprenta de Guttemberg o, aún más, el paso del rollo al libro, el soporte del texto y las circunstancias de la lectura son decisivas para la percepción de éste y su incidencia en su tiempo.

Ya estamos metidos en la pantalla -los novelistas crean en procesador de textos y los impresores ya piden disquetes de ordenador-, aunque de momento el objetivo final sigue siendo el libro tal como lo conocemos, dice Roger Chartier, de 47 años, historiador de la recepción cultural y autor de El mundo como representación, que participó esta semana en la Universidad Menéndez y Pelayo en el seminario Del texto al lector: teorías y prácticas de -la recepción. Chartier pertenece a la escuela de los Annales, y se inscribe en la corriente llamada de Nueva Historia a la que pertenecen Jacques Le Goff y Georges Duby.En su estudio de la recepción cultural, Chartier parte de la idea de que un texto no es sólo un texto, como lo conciben escuelas clásicas del tipo del estructuralismo, sino, por así decir, el texto y sus circunstancias. La historia de esas circunstancias, dentro del contexto de la llamada Microhistoria, ha sido una de las mayores aportaciones de la última historiografia. Chartier recibió este año el Gran Premio de Historia de la Academia Francesa.

Presidente del comité científico de la Biblioteca de Francia, Chartier piensa que, en su búsqueda de lo más pequeño -único campo en el que hoy todavía se puede descubrir-, la historiografía "corre el riesgo de perderse". "Lo esencial es no perder el punto de fuga, la perspectiva" dice. La gran pregunta que se plantea es: ¿Son los fragmentos acumulables? ¿Pueden terminar por mostrar una de esas grandes arquitecturas de las que nuestro tiempo -salvo búsquedas puntuales, como la de los novelistas latinoamericanos- parece haber prescindido y de las que sin embargo parece estar sediento?

El descenso de la lectura culta puede ser vista como una pérdida, pero también como síntoma de la apertura de posibilidades que dan otros textos, como los medios informativos y en particular la televisión, que condiciona por ejemplo la redacción de los diarios. "Antes de los juicios de valor¡ es preciso comprender qué es lo que está pasando", dice Chartier.

"Hay que estar abierto a la modernidad, pero respetar las formas en que las obras fueron emitidas y recibidas en el pasado". Con el cambio de ideas esenciales en nuestra concepción del libro -autoría, derechos de autor, intocabilidad del texto ... "el futuro será distinto, pero nadie es capaz de precisar el momento del cambio definitivo".

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