Aplauden a un picador

El que a un picador se le aplauda por dar tres puyazos en regla, es una rara costumbre que se das estos días en los ruedos españoles. Luis Miguel Leiro es a la sazón el varilarguero a quien el público madrilefio despidió ayer con una ovación cerrada. Luego, por desgracia, el toro se paró, y el matador al que le corespondía lidiarlo, Frascuelo, lo único que pudo hacer con la muleta fue un buen y enjundioso doblón.El toro de Murteira, muy sangrado, dejó todas sus fuerzas en el caballo, en donde empujó, en una pelea noble, en diferentes terrenos del ruedo. De todas maneras, Frascuelo le enjaretó unos lances con regusto, como recibimiento, que remató en el platillo de la plaza, o boca riego, con una media de rancio sabor torero.

En el primero, el torero madrilefio, con buenos partidarios en las Ventas, interpretó una de sus faenas clásicas, con un toro manso de media arrancada. Acusó Frascuelo la inactividad, pero dejó su sabor en algún derechazo suelto, en un trincherazo de marca y en sendos pases de pecho. La espada es la única asignatura que tiene que repetir en septiembre. La afición se lo agradecerá.

Manili tuvo el toro noble de la tarde, que aprovechó en un toreo templado de capote, refrendado con unas medias verónicas a pies juntos con salerito de Cantillana. Con la franela, toreó con suavidad, en unos muletazos que le salierón limpios. Pero ahogó un tanto la embestida del murteira y no alcanzó cotas suficientes para cortar la oreja.

En el quinto, Manili no consintió al burel reservón que la suerte le proporcionó, y su labor quedó silenciada. Tuvo que escuchar alguna voz destemplada, ésas que en días de poco público llegan con hiriente nitidez.

Emilio Oliva fue novedad por su manejo del estoque. Sin ser ningún as de espadas, manejó los aceros con eficacia, tumbó a su primero de una sola estocada. El resto fueron altibajos en sus dos toros.

Intervino en su turno de quite en el segundo, y lanceó con gusto, dando unas verónicas de estimable factura. Con la muleta se salió con sus. dos toros en seguida a los medios. En el primero, después de porfiar con desigual suerte, le salió algún derechazo de cierto brillo.

Emilio Oliva no terminó de mandar en eí segundo que estoqueó, feote y manso cinqueño de Palha, que con reservas embestía cuando se le obligaba en la distancia. Desistió con rapidez el torero de Chiclana y el público comenzó a salir.

Poca gente quedaba en los tendidos al abandonar la terna el albero de Las Ventas. Los tres toreros anunciados habían actuado en la feria de San Isidro, y por lo tanto era de esperar más gente.

Este mismo cartel, por la magia economicista del Abono Isidril, hubiera llenado casi hasta la bandera. Pero el 15 de agosto, entre la sierra y la playa, la gente ha apostado, por amplia mayoría, por no acudir a los toros y pasar la tarde en el cine climatizado.