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La ONU estudia sustituir el referéndum en el Sáhara por la negociación directa

El referéndum sobre la autodeterminación del antiguo Sáhara español, previsto inicialmente para enero pasado y aplazado después a mayo, corre el riesgo de no llegar nunca a celebrarse. El secretario general de la ONU, Butros Gali, tiene la intención de proponen, probablemente este mismo mes, un "enfoque diferente" para tratar de resolver el conflicto, que dura ya 17 años.

La otra vía de solución que Gali, que visitará España a principios de septiembre, desea explorar consiste en intentar sentar en tomo a una misma mesa a las autoridades marroquíes y al Frente Polisario. El anterior representante especial de la ONU para el Sáhara, el suizo Johannes Mariz, preconizaba ya en su último informe, antes de cesar en diciembre, "la búsqueda, en tomo a una mesa de negociaciones, de un acuerdo sin vencedores ni vencidos que sería aprobado a posteriori mediante un referéndum"."Nunca nos hemos negado al diálogo", afirmaba una personalidad cercana al rey Hassan II, al evocar la posibilidad de una negociación bilateral. Pero Marruecos, añadía, es reacio a que este diálogo se desarrolle en pie de igualdad, porque reuniría a un Estado soberano con lo que consideraba una "banda de pistoleros".

En su último informe remitido al Consejo de Seguridad de la ONU a finales de mayo, Gali pedía la prórroga del mandato de la Misión de las Naciones Unidas para la Organización de un Referéndum en el Sáhara Occidental (MINURSO), pero advertía que si el 30 de agosto el proceso de paz "permanece bloqueado" estudiaría un enfoque alternativo. Para ello deberá contar con la aprobación del Consejo.

Proceso empantanado

El proceso de paz sigue empantanado por las divergencias entre el reino alauí y el Polisario sobre el censo de votantes, agravadas por la ambigua resolución del Consejo de Seguridad del 31 de diciembre, que, sin aprobar formalmente el último informe del anterior secretario general, Javier Pérez de Cuéllar, lo "acoge con satisfacción".

Aquel texto suponía un acercamiento a las tesis del Gobierno de Marruecos. Éste, después de haber acordado en agosto de 1988 que el censo de 74.000 saharauis efectuado en 1974 por la Administración española podía servir como base para el establecimiento de nuevas listas electorales, pretende ahora ampliar el derecho de voto a otras 120.000 personas que, supuestamente, se desplazaron durante la época colonial del Sáhara a Marruecos. El Polisario, según su secretario general, Mohamed Abdelaziz, sólo está dispuesto a aceptar una rectificación del 10% del censo español.

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Desde aquel acuerdo de hace cuatro años, Rabat ha perdido, en realidad, interés por la celebración de una consulta que sólo debía servir para confirmar la marroquinidad de la ex colonia española. Libia, uno de los dos principales valedores del Polisari, ha sido colocada al margen de la comunidad de naciones, mientras Argelia está demasiado enfrascada en sus problemas internos como para poder seguir prestando a los saharauis una ayuda sustancial, que también han dejado de suministrarles los antiguos países comunistas.

La prior¡ ' dad de la Corona alauí es, desde principios de marzo, asentar las instituciones mediante la celebración a finales del verano y en otoño de un referéndum constitucional, así como de elecciones generales, municipales y sindicales en Marruecos y en el Sáhara. "Al no ver venir [el referéndum sahariano] decidí convocar elecciones", declaraba Hassan hace un mes al diario francés Libération.

Ni que decir tiene que el Polisario hace otra interpretación de esta cascada de consultas que perturban los proyectos de la ONU. Sospecha que el soberano intenta así prejuzgar el resultado de un referéndum constantemente aplazado. Por eso su secretario general ha advertido: "El día en que la primera papeleta de voto sea depositada en el Sáhara occidental, en el marco de esa farsa electoral organizada por el poder marroquí, reanudaremos las hostilidades".

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