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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La conciencia del límite

La danza teatral española pasa por un momento de crisis en su reafirmación estilística. Después de los hallazgos de Gades, la época experimental del Ballet Español de Madrid, de la Medea de Granero que marcó época y de tantos otros esfuerzos de actualización, se viven las tentativas de un nuevo lenguaje.El Ballet de Murcia empezó con un buen horizonte en cuanto a mostrar el rico abanico de la danza española, a saber, desde el baile regional a la estilización y la escuela bolera. Pero la avaricia rompe el saco. Tener conciencia de los límites de producción posibles es la condición primera que debe cumplir una compañía de danza para no fracasar en el intento. La escala media de la agrupación murciana no le permite presumir de compañía nacional, como hace, y así pierde la posibilidad de ser mejor, teniendo como tiene buenos elementos, una gran estrella al frente y el apoyo de su entorno natural.

Ballet Región de Murcia

Estudios: Rosita Segovia / Rachmaninov; Variaciones: Victoria Eugenia / Blas de Lasema; Soleá: Merche Esmeralda / Popular; Flamencos de la Trinidad: Mario Maya / Popular; El cielo protector: Marco Berriel / Rafael Reina. Teatro Albéniz, Madrid. Hasta el 16 de agosto.

Merche Esmeralda, que es una de las grandes de su generación, posee unas dotes particulares de bailaora-bailarina que la hacen particularmente expresiva. La Soleá es arte de madurez, y ella lo borda con pasión y genio en un tiempo que se hace más lento a medida que entra en las dificultades rítmicas propias del palo. Su bella estampa esta vez quedó un poco deslucida por una excesiva bata de cola al estilo, de aquellas enormes que, según la leyenda, portaba antaño Eusebia Cosme. A pesar de ello, su Soleá dejará huella, será seguida y comentada, discutida e imitada en el futuro, pues reúne el gesto a veces corralero con un raro refinamiento de casta. Su braceo, sus manos capaces de hablar y sus vueltas merecen un elogió rotundo.

Se vio un bonito ballet de Victoria Eugenia que refleja su cultura dancística. No es fácil estilizar la Escuela Bolera tradicional, y los bailarines aportaron lo suyo en complejas evoluciones de pies y acompañados por los palillos. Aquí también, como en el resto de los ballets, los vestuarios eran enemigos de los artistas. Las coreografías de Rosita Segovia y Mario Maya no parecen productos terminados. Flamencos de la Trinidad fue apenas unos compases de alegrías que dejaron un buen sabor de boca, pero nada más, y Estudios no goza de organización interior.

La velada se cerró con El cielo protector, un fallido intento, mitad Scherezade mitad Lawrence de Arabia, que no se entiende ni se justifica y en la que lo único gratificante fue la escenografía y los breves pero intensos pasos de la propia Esmeralda, que, descalza y entregada, da una prueba de no ser precisamente corta.

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