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Crítica:DANZA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La pasión oscura

El ballet flamenco, como género principal de las artes escénicas hispanas de este siglo, ha evolucionado hacia lo teatral. Gades, Maya y tantos, otros han forjado este camino. Es una corriente que pervive, con sus altibajos, desde los tiempos de Pastora Imperio, y que ha mantenido sus esencias sanguíneas y sentimentales a pesar y en convivencia del éxito paralelo del ballet clásico español, esa otra esfera de actuación de las danzas de escuela y tradición, menos ligadas al flamenco, aunque sintiendo su fuerte influencia. Algunos teóricos incluso llegan a dar un hipotético voto de origen al flamenco teatral como un aporte fundacional imprescindible, paralelo cronológicamente al expresionismo germano.Le va al Ballet Flamenco la desnudez escénica, la ropa oscura, el tema desgarrado y la tragedia de la vida. De hecho, grandes éxitos del género, desde siempre, se basan en estas coordenadas. últimamente, la larga sombra de la danza-teatro se ha hecho presente, y Antonio Canales (Sevilla, 1961), que ha trabajado con creadores contemporáneos, también se ha permeado de ello; su homenaje a Carmen Amaya resulta una sucesión de escenas más o menos felices donde se deriva al tenebrismo y a un simbolismo facilón e ingenuo. Los bailes dejan ver las influencias casi literales de sus mayores.

Ballet Flamenco de Antonio Canales

A ti, Carmen Amaya; Siempre flamenco. Coreografías, vestuario, decorados y dirección: Antonio Canales; música: José Jiménez y Ramón Jiménez; luces: Pepe Ossuna. Veranos de La Villa. Gran Patio del Conde Duque, Madrid. 31 de julio.

Una decena de buenos músicos, calidad mediana en la danza, y un flamenco trufado con el trabajo de suelo, completan el aparato expresivo con que el creador sevillano intenta hacerle una reverencia a aquella gran mujer. Pero varias cosas conspiran contra un buen resultado: un vestuario en desvarío, luces efectistas, escenario partido inútilmente en dos, desajustes técnicos y, sobre todo, una dramaturgia elemental; por no decir nula.

El nervio sincero de Canales se hizo sentir. Él es apasionado, un verdadero hombre-espectáculo. Su solo sobre la mesa fue el momento más valioso de la velada, y ya en la segunda parte se soltó en un cuadro flamenco bien compaginado que el público saludó calurosamente.

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