_
_
_
_
_

El infierno de Bihac,

La ciudad bosnia desafía el ultimátum serbio pese a los horrores de la guerra

"Más de mil hombres estaban encerrados en el campo de fútbol de Sanki Most con las cabezas tapadas por bolsas de plástico. Hacía un calor sofocante. Dos días después, el estadio estaba vacío. No tenemos idea de dónde han acabado". El testimonio del miembro de una organización internacional humanitaria que ha trabajado en el noroeste de Bosnia, ocupado por fuerzas serbias, aterroriza incluso a oyentes ya tan avezados en el horror como los habitantes de Bihac. Proyectiles de todo calibre a cualquier hora desde que comenzaron los bombardeos, el 12 de junio, asesinatos y desapariciones en pueblos cercanos y la continua amenaza de "rendíos y emigrad u os matamos" han marcado a las gentes de esta otrora plácida ciudad en las ricas tierras del bello altiplano bosnio.

Aislada, sin comida, teléfonos, prensa, otra televisión que la enemiga cuando hay electricidad, desafía el ultimátum serbio que exige la entrega de armas y la sumisión a la política de limpieza étnica de aquellos territorios. Más de 300.000 musulmanes se encuentran en esta bolsa de 30 kilómetros de diámetro rodeados por la guerrilla serbia de Radovan Karadzic.Bihac tiene 70.000 habitantes, un 76% de ellos musulmanes y un 8% croatas, pero, según Stevo Beslac, lugarteniente de Karadzic en esta región, "es una ciudad serbia que será tomada por las buenas o por las malas". Mientras el mundo concentra su atención en Sarajevo, en Bihac y en la cercana Velika Kladusa, los niños recién nacidos han comenzado a morir por falta de alimentos apropiados, y en el hospital se acaba el oxígeno, la anestesia y otros fármacos.

Los niños recién nacidos son los primeros en morir. Van nueve. Los desesperados padres les dan, mezclas de agua con las sobras de la escasa comida para los adultos que distribuyen las cocinas públicas instaladas en la ciudad. "Estas comidas les hunden el sistema de inmunidad", señala Irfan Ljuhjankic, médico y presidente de la asamblea del distrito de Bihac. "Aún no hemos tenido una muerte de lactantes de este tipo, pero los niños están muy débiles", dice el médico mientras pasea frente al hospital protegido por sacos terreros y tablones de madera de las granadas que han marcado sus dentelladas en las fachadas. "Operamos en la planta baja, es algo más segura".

Heridos y cañones

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Desde los tejados del hotel MB, los prismáticos permiten observar las idas y venidas de los responsables de la desgracia de los 70 heridos que cuidan Ljubjankic y su equipo de 77 médicos, algunos serbios. En Grabez, a poco más de tres kilómetros, los serbios tienen su cuartel general con el depósito de armamento y munición del X Cuerpo del Ejército yugoslavo. Los cañones de algunas piezas artilleras se ven con nitidez en los claros del bosque de hayas y robles al sureste de la ciudad.

"Tienen allí munición para bombardear Bihac durante años", asegura el comandante Jaider, de Bangladesh, observador de las Naciones Unidas en la ciudad. Según dice, estas posiciones serían fáciles de destruir desde el aire. "Sin problema". Pero le ha llamado la atención la convicción de las fuerzas serbias de que no habrá una intervención militar de la comunidad internacional para ponerles freno.

"Anteayer vino el alcalde de Bosanski Krupa, tomada por los serbios, con una lista de 3.000 musulmanes a evacuar", dice Jaider. De Bosansko Petrovac piden también la evacuación de varios miles de musulmanes. De Vakuv han llegado ya miles a Bihac. Unos 50.000 refugiados se han unido a los 250.000 habitantes de la región para compartir las privaciones y las' bombas. Sus casas en las zonas orientales de Bosnia septentrional han sido ya destruidas previo saqueo preceptivo del que paga Karadzic a sus voluntarios por la causa serbia. Otras han sido adjudicadas a serbios de otras zonas obligados por la gente de Karadzic a abandonar sus ciudades de población mixta.

Serbios y musulmanes

En Cazin, una ciudad a pocos kilómetros al norte de Bihac, viven unos 64.000 musulmanes y 184 serbios que se niegan a abandonar la ciudad pese a las advertencias de la guerrilla serbia, que los tacha de traidores. La ciudad, por supuesto, es "profundamente serbia" para estos líderes de lo que Ljubjankic llama "el nuevo fascismo, del 'ein Volk, ein Reich, ein Führer` (en alemán, "un pueblo, un imperio, un caudillo").

El médico vio hace unas semanas los cadáveres de cinco niños menores de nueve años despedazados por una granada lanzada desde Grabez. "Seremos como Suiza", dice Karadzic cuando explica sus planes para crear guetos por criterios de raza en toda Bosnia.

"Es una idiotez criminal, pero puede que se convierta en realidad si no hay intervención militar extranjera. Tres de mis cinco hermanos están casados con serbios. Bosnia es una mezcla única en el mundo y, en nombre de Dios, tenemos que protegerla contra aquellos que quieren condenar a todas las razas a vivir en estos guetos", dice Ljubjankic, quien asegura que a él y a muchos sólo los sacarán de Bihac muertos.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_