Libre por un día
"El cristal que protege el cuadro es un símbolo de anormalidad", dice Solé Tura
Los muertos por la barbarie, el caballo, el toro, el ruedo ibérico cubierto de sangre por el fascismo que Picasso retrató en el Guernica, parecían ayer cobrar más fuerza aún. Y no es que se hubieran agitado por el polémico traslado, sino que, por un día -menos aún: tres horas- el mural estuvo libre. Sin la urna que le protegía antes ni el el cristal que le cubrirá a tres metros y medio de distancia cuando sea expuesto en septiembre en su nuevo hogar del Reina Sofia.
"Claro que me gustaría normalizar el cuadro, o sea, quitarle el cristal, pero no me atrevo por si aparece un loco y lo daña", afirmaba el ministro Solé Tura ayer, alrededor de las 18.30 de la tarde, y tras 12 horas "de parto feliz" según definición del presidente del patronato del Reina Sofía, José Lladó. "El cristal que protege al cuadro es un símbolo de anormalidad", añadió, "y un objetivo futuro de esta casa será poder quitárselo".El nuevo hogar del Guernica está situado en el ala sur de la segunda planta del Reina Sofía'. La sala que alberga el cuadro tiene 26 metros de largo por 8 de ancho y, hacia la mitad, como en una especie de nicho luminoso, vive desde ayer el mural de Picasso. Las paredes están blancas; el suelo, marmóreo, también. Ayer, todo se veía, incluso olía como aséptico hospital, a pesar de los embalajes aún tirados por el suelo y el revuelo de los periodistas. "Para nada va a ser aséptico y frío el nuevo hogar del Guernica", replicaba el ministro de Cultura. "Va a ser didáctico y lleno de luz, porque estará con los grandes pintores españoles del siglo XX hasta los años 70".
José Lladó, definía la nueva vivienda del cuadro como "un hogar de cine". Y añadía: "A la entrada va a tener la compañía de grandes cuadros de Juan Gris; en la sala de al lado convivirá con dalís, también habrá mirós". Ya en su sala de estar, según los responsables del Reina Sofía, tendrá prácticamente enfrente La caída, de Barcelona, de Le Corbussier, y, sobre. todo, rodeando las paredes, los bocetosque el propio Picasso fue creando para ayudarse a pintar el mural.
Pasadas las breves horas de libertad, anoche mismo, le volvieron a colocar al cuadro los plafones de madera con que le han protegido durante el traslado. Son negros por fuera y le taparán durante dos o tres días, hasta que llegue el cristal. A partir de ahora, el Guernica dormirá así una especie de siesta, hasta el 15 septiembre en que, con toda probabilidad, será despertado de nuevo para el público.
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