González anima a Serra a una intervención activa en el PSOE para reforzar su papel como vicepresidente
El vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra, no se ha limitado a lo largo de 1992 a coordinar la actividad del Ejecutivo, sino que ha bajado a la arena del PSOE, al mismo tiempo que lo hacía el vicesecretario general, Alfonso Guerra. Serra ha aprovechado los viajes institucionales que ha realizado por las capitales españolas para visitar las sedes socialistas y se ha entrevistado con sus responsables. Ha sido el propio presidente del Gobierno, Felipe González, quien ha animado a Serra a que se relacione con el partido y "se dé a conocer entre los militantes", aseguran fuentes gubernamentales.
Santiago de Compostela, Valencia, Salamanca, Valladolid, Bilbao y Toledo son las capitales -todas ellas de la mitad norte, con la excepción del islote castellano-manchego donde gobierna José Bono- en las que Serra ha combinado su labor institucional con la partidista en lo que va de año.Serra no ha limitado sus contactos con el partido a las visitas institucionales. Por su despacho de La Moncloa han pasado los 17 secretarios regionales del PSOE en lo que va de año. Durante los últimos diez días, Serra se ha entrevistado con Ramón Jáuregui, secretario federal del País Vasco; Joan Lerma, presidente de la Comunidad Valenciana y secretario regional; Jesús Quijano, secretario de Castilla y León, y Carlos Collado, presidente de la Comunidad Murciana y secretario regional.
"En estos contactos, de carácter institucional, se abordan los problemas políticos y económicos de cada región, pero, naturalmente, también se habla del partido", dice uno de los secretarios federales del PSOE que ha visitado recientemente a Serra en La Moncloa.
Un militante del PSC
Su nivel de influencia da lugar a que, como sucedió recientemente, Juan María Bandrés, presidente de Euskadiko Ezkerra (EE), acudiera a la Moncloa para exponerle la marcha de la convergencia de su partido con los socialistas vascos.La progresiva presencia de Serra en el partido, acompañada de su carga doctrinal en una línea renovadora, se ve con recelo en algunos sectores del aparato del PSOE. Para ellos, Serra es un miembro del Partit dels Socialistas de Catalunya (PSC), desconocido en el resto del partido, que "está invadiendo un área controlada por Alfonso Guerra".
Un cualificado dirigente regional del PSOE, que se ha entrevistado recientemente con Serra interpreta, sin embargo, esta presencia en otros términos: "Serrano es un líder de partido, pero la necesidad. de hacer más eficaz su papel como coordinador en el Gobierno le empuja a conectar con el partido, con el respaldo de Felipe González, del que nadie duda de que goza de su plena confianza. Yo no veo más. Tenemos Felipe González para rato".
El vicepresidente del Gobierno mantiene relaciones fluidas con la cúpula socialista. Su inter.. locutor habitual es Txiki Benegas, secretario de Organización del PSOE, con quien despacha telefónicamente con mucha frecuencia. La doble reunión de la Comisión Ejecutiva del PSOE, celebrada la pasada semana, en la que el Gobierno presentó el reajuste económico fue organizada conjuntamente por Serra y Benegas. Ambos acordaron el orden del día, la intervención del Gobierno y la petición de discreción a los ejecutivos socialistas. También discute con frecuencia sobre asuntos parlamentarios con Eduardo Martín Toval, presidente del Grupo Parlamentario. De su mano ha comparecido tres veces ante el grupo socialista en el Congreso.
Pero Serra no ha conseguido superar la nostalgia que de Alfonso Guerra hay en el aparato del PSOE y, particularmente, de "los reflejos políticos del vicesecretario general". Un cualificado dirigente del aparato socialista lo afirma, pero añade, a continuación: "Serra ha mejorado en los últimos meses. Es un buen coordinador, cuya actividad hacia el exterior trasciende muy poco".
En la dirección del PSOE se reconoce, por ejemplo, la labor discreta que hizo para desbloquear el pacto autonómico, con una entrevista con Manuel Fraga, en Vigo, en noviembre, en la que le convenció de la necesidad de involucrar al Partido Popular (PP) en el tema. Se sabe de su papel como coordinador político y mediador en los conflictos del Ejecutivo.
Ha obligado recientemente a presentar un texto único a los ministros de Justicia, Tomás de la Quadra, y de Obras Públicas, José Borrell, que mantenían discrepancias en algunos aspectos de la Ley de Arrendamientos Urbanos. Ha negociado con el cardenal Ángel Suquía aspectos espinosos de las relaciones Iglesia-Estado y, sin éxito, con el portavoz del PP, Rodrigo Rato, la renovación del Tribunal Constitucional.
La discreción como lema se convierte en un tema de reproche para el aparato del PSOE. "Un vicepresidente tiene que ser más que un coordinador discreto y eficaz. Serra ha de tener una imagen más pública como gobernante", afirman.
El filtro del presidente
La sustitución de Francisco Fernández Ordóñez por Javier Solana al frente de la cartera de Exteriores ha cambiado la relación entre la cúpula del Gobierno. Solana despacha frecuentemente con el vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra, lo que no sucedía con Fernández Ordóñez, que había establecido la dinámica de limitar sus contactos con el presidente del Ejecutivo, Felipe González, mucho antes de asumir Serra su nuevo cargo en marzo de 1991.Sin embargo, las relaciones entre el vicepresidente del Gobierno y el ministro de Economía, Carlos Solchaga, "siguen siendo complicadas, aunque respetuosas", según fuentes gubernamentales. Solchaga no se entrevista con Serra, pero el vicepresidente del Gobierno participa de las grandes decisiones económicas que protagoniza el ministro de Tafalla con Felipe González.
Las diferencias entre Serra y Solchaga responden a talantes diferentes. "Solchaga es un hombre de planteamientos económicos más globales y Serra se fija más en la microeconomía", afirman fuentes gubernamentales. También, y dentro del escepticismo, ambos gobernantes mantienen diferencias ante el diálogo social. "Serra está por ese diálogo, cueste lo que cueste, y Solchaga se tienta más la ropa y mide más las consecuencias de un fracaso", añaden.
Serra, economista como Solchaga, mantiene un estrecho contacto con el mundo económico y financiero en contraste con su antecesor, Alfonso Guerra. Por su despacho han pasado casi todos los grandes banqueros -Mario Conde es una de las excepciones- y mensualmente cena con un grupo de empresarios de alto nivel.
El vicepresidente del Gobierno realiza una labor de filtro para Felipe González, muy volcado en las relaciones exteriores. Entre los ministros que más pasan por su despacho figuran, además de Solana, el de Interior, José Luis Corcuera; el de Administraciones Públicas, Juan Manuel Eguiagaray; y el de Obras Públicas y Transportes, José Borrell.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.