Fingir torturas

En este país, donde aún permanece viva la memoria de las torturas que promovía y consentía el franquismo de una forma generalizada, la consideración so bre si la policía continúa haciéndolas es un elemento capital res pecto a la autoestima de nuestra democracia. Puestas las cosas así, defendemos la aplicación de todas las garantías legales posibles -jurídicas y médicas- que vigilen el respeto de los derechos humanos, tanto porque creemos en ellas como porque las consideramos imprescindibles para la estabilidad nacional.En este contexto, dada la hipersensibilidad que existe sobre este tema, consideramos que tiene el mismo nivel de envilecimiento y merece el mismo rechazo social quien tortura que quien finge haber sido torturado. Porque quienes hacen lo segundo, ya sea como justificación por lo dicho en un interrogatorio, ya sea como actitud premeditadamente desestabilizadora, entorpecen las actuaciones tendentes a conseguir unas fuerzas policiales verdaderamente democráticas y dificultan la persecución de los verdaderos abusos. En la medida en que la opinión pública empiece a creer que denunciar torturas es un latiguillo automático defensivo e injustificado de todos los detenidos, disminuirá la presión para combatir los casos en los que realmente se produzcan abusos.

No queremos señalar con el dedo al cura Treviño ( ... ). Tan sólo( ... ) apelar a la seriedad de todos, en un tema muy grave.

, 12 de julio