'Tosca' se hace tragedia durante su grabación
1.000 millones de telespectadores de 107 países siguieron la retransmisión en directo
, Sangre, sudor y lágrimas en la Tosca coproducida por la RAI y Andrea Andermann, cuya grabación fue retransmitida en directo durante el sábado y el domingo a 107 países, entre los que no figuraba España. El experimento artístico-electrónico fue un éxito de audiencia -la radiotelevisión italiana la fijaba oficiosamente en más de 1.000 millones de telespectadores- y también para el objetivo de Andermann de lograr la entrega de los intérpretes en directo.
Hubo escasa perfección, pero sí se alcanzó un nivel trágico en la representación de la ópera de Giacomo Puccini que no admite precedentes en el teatro. De los tres elementos citados más arriba, sólo la abundante sangre era ficticia. El sudor y las lágrimas los pusieron con creces Plácido Domingo, Catherina Malfitano y Ruggero Raimondi, los intérpretes principales, que se prestaron a una dura prueba en la que el micrófono abierto dejaba escaso margen para el disimulo. En la edición definitiva, la mesa de mezclas permitirá embellecer algunos sonidos, pero en el momento de la grabación ésta ni siquiera facilitó siempre el equilibrio ideal entre la orquesta, dirigida por Zubin Mehta, y los cantantes.Plácido Domingo, que había expresado temor por tener que cantar el Adiós a la vida a las seis de la mañana de ayer y al aire libre, sobre el castillo Sant Angelo -"no se puede tener la voz caliente 24 horas", había dicho-, lo hizo sin problemas y, en cambio, encontró alguna dificultad -no sólo vocal, ya que tropezó y cayo rodando al suelo- durante el primer acto, grabado en la iglesia de Sant'Andrea della Valle. Fue, en cualquier caso, el protagonista indiscutible de los mejores momentos vocales.
Ruggero Raimondi pasó fatigas durante el segundo acto, como es de esperar cuando un bajo, o más exactamente barítono bajo, como es él, aborda el papel implacable de Scarpia, y sonó excesivamente dura con frecuencia la voz de Catherina Malfitano.
No obstante, el momento culminante de esta Tosca televisiva llegó precisamente en esa segunda parte, cumbre también en la obra de Puccini, rodada a las 20.15 del sábado. Confluyeron en ella los magníficos frescos del Palazzo Farnese, el más brillante agudo -"Vittoria, Vittoria- cantado por Domingo, el excelente hacer dramático de Raimondi, cuyas cualidades de actor son bien conocidas desde el Don Juan de Joseph Losey, y la expresividad de una Malfitano que parecía definitivamente perdida en el odio y el asco que dominan a su personaje.
Rodó por el suelo la soprano bajo el peso de un Scarpia que no la suelta ni siquiera después de haber sido apuñalado, yendo a parar ambos bajo el borde de una enorme chimenea de piedra con la leyenda de Pablo III. Nunca Scarpia murió con tanta contundencia ni hubo Tosca que reptara con la animalidad de ésta hacia su propia muerte y la de su amado en el castillo Sant'Angelo.
Babelia
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