Nadando en la bañera
Festival de soneros
Celia Cruz (voz), Tito Puente (percusión), Cheo Feliciano (voz), Oscar D'León (voz). 4.000 personas. Precio: 2.000 pesetas. Patio del Cuartel del Conde Duque. Madrid, 7 de julio.
La noche del festival de soneros se anunciaba regia. No podía ser menos, porque allí estaban el rey del mambo (Tito Puente) y la reina de la salsa (Celia Cruz). De semejante unión no se conocen descendientes, pero Cheo Feliciano y óscar D'León ejercieron de príncipes y el público que abarrotó el Cuartel del Conde Duque supo guardar el protocolo en la medida que pudo, porque la primera obligación del buen salsero es bailar y allí de bailar poco, dadas las características del recinto. Aún así, una vez más se cumplió el rito.Porque la salsa se ha convertido en un rito en el que, una y otra vez, se repiten las mismas canciones, las mismas presentaciones y los mismos tópicos, que se soportan con la boca abierta y la baba colgando por la tremenda espontaneidad, energía y buen hacer musical que hacen que lo mil veces escuchado parezca recién estrenado. Comenzó el puertorriqueño Cheo Feliciano, que aseguró celebrar su 57º cumpleaños. Comenzó con el El día que me quieras, un tango convertido en bolero, para continuar con Amada mía, cha-cha-chá y ritmos más calientes. Feliciano es un intérprete que ríase usted de la voz de humo de Lucho Gatica, y el auge de la salsa romántica le ha puesto en bandeja el principazgo del bolero. Puso el auditorio en calentura para recibir a Óscar D'León.
El venezolano centró su actuación en canciones de Beny Moré. Bonito y sabroso, Francisco Guayabal y Qué bueno baila usted sonaron con fuerza animal, porque es un intérprete literalmente colosal por su capacidad de arrastre. No paró un instante y cuando apareció Celia Cruz el auditorio ardía. La reina comenzó con La dicha mía, autobiografía que recorre el camino de una leyenda latina como es la Cruz, para seguir con el repertorio clásico: Bamboleo y Bemba colorá, que en su final guajiro puso al público al borde del frenesí. Al final, todos homenajearon El número 100 de Tito Puente y la noche acabó en fiesta, a pesar de que bailar salsa en Madrid resulte, tan dificil como nadar en una bañera.
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