Normalización lingüística
El pasado miércoles día 10 de junio apareció en la sección de Opinión de su diario un artículo firmado por Jesús Mosterín sobre el que me gustaría hacer algunas reflexiones:1. En primer lugar, dudo de que el señor Mosterín sea catalán, y me extraña que no siéndolo hable en los términos en los que lo hace de la política lingüística del país (digo del país porque la política lingüística de la Generalitat recibe un apoyo amplísimo tanto de parte del Parlamento como de la sociedad catalana) que le ha acogido.
2. Intentar hacer comparaciones entre lo que ha sido a lo largo de la historia la política religiosa llevada a cabo por diferentes Estados europeos y lo que es hoy la política lingüística en el Estado español y en el mundo me parece, cuando menos, poco lógico.
3. Normalizar no significa, como pretende el señor Mosterín, homogeneizar, sino devolver las cosas a su normalidad, y la normalidad en mi ciudad natal, por ejemplo (Inca, Mallorca), consistía hasta hace poco en una realidad lingüística bastante diferente a la de hoy. Le puedo asegurar que dicha situación no es consecuencia del libre mercado cultural" que usted reclama, sino de un sistema legal que ha hecho del castellano lengua oficial en todo el territorio del Estado y, por tanto, única "lengua de utilidad pública".
Si las políticas de normalización, el aprendizaje de la lengua de un país por sus habitantes, su promoción exterior, etcétera, no son necesarias, según el autor del artículo, entonces no entiendo por qué destina el Gobierno español tanto dinero a la creación del Instituto Cervantes. ¿Puede explicármelo, señor Mosterín?
4. El señor Mosterín dice que la lengua es un atributo de la persona y no del territorio. De acuerdo, pero sí que lo es de los pueblos, ya que la lengua es, como usted sabrá, un medio de comunicación, un útil social; por tanto, concierne a la colectividad y no sólo a los individuos. Si fuera como usted dice un atributo personal, cada uno podría hablar o escribir una lengua como le pareciera; sin embargo, el Institut d'Estudis Catalans o la Real Academia de la Lengua Española fueron creados para que el catalán y el castellano, respectivamente, pudieran seguir cumpliendo su función social como instrumento de comunicación.
5. "Un país necesita tan poco una lengua oficial como una religión oficial". Señor Mosterín, le propongo iniciar una campaña para modificar el artículo de la Constitución que establece el castellano como lengua oficial del Estado. El problema con el que vamos a topar seguramente es, como usted dice, el de que cuando "la población (en el Estado español) no se ajusta al ideal lingüístico del Estado" es la propia población la que se ve obligada a cambiar, y no viceversa.
6. Por último, siento que el libre mercado cultural no me permita escribir esta carta al director en catalán.- Jaume Payeras Alzina.
Suscribo
el brillante artículo del señor Mosterín acerca de la normalización lingüística del 10 de junio de 1992. Sin embargo, creo que debería haberse referido también a esa curiosa disposición de nuestra Constitución que declara la obligación de todo ciudadano de conocer la lengua española.Es el español una lengua de gran valor sentimental para los castellanos, pero de escaso valor instrumental, en la mayoría de las profesiones, en el marco de esta Europa unida que se nos avecina.
Si se aboliera esta disposición (siguiendo el acertado criterio del señor Mosterín) podrían los euskaldunes dedicar los esfuerzos que hacen por aprender esta lengua española al conocimiento del inglés, francés o alemán, lo cual les abriría profesionalmente las puertas de un ámbito donde más del 90% de la población no conoce el español (ni parece que lo vaya a conocer en un próximo futuro).- A. Ventura Amat.
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