Julio y el fervor
Julio Iglesias es uno de esos artistas que provoca diversos sentimientos, pero no indiferencia. O se le detesta o se le ama. O crispa o enfervoriza. Hay datos incontestables en contra de los que han augurado su declive: tanto las ventas de su último disco, Calor, como la multitudinaria acogida que le está deparando su actual gira por España demuestran que el número de sus devotos se ha incrementado en cantidad e intensidad. Todo parece indicar que esta gira será la más clamorosa y la más rentable de cuantas ha efectuado por su tierra.Técnicamente, el espectáculo es impecable, brillante. Se ha contado con los últimos adelantos de la tecnología, de forma que el cantante está arropado por un impresionante despliegue tecnológico. Incluso sus adversarios reconocen que canta ahora mucho mejor que hace 25 años, que manda más en el escenario, que ha eliminado muchos de los tics caricaturizados hasta la saciedad por imitadores y cómicos, y que ha tenido un gran acierto al seleccionar los números de su último repertorio. Es evidente también que los tiempos le son propicios gracias a la ola de romanticismo un tanto morboso que impregna la música popular y otros aspectos de la vida. Julio da a su público lo que éste quiere, de igual forma que hacen las grandes empresas. No hay que olvidar que él es una industria multinacional.
Julio Iglesias en concierto
Director musical: Rafael Ferro. Plaza de toros de Las Ventas. Madrid, 1 de julio.
Muchos toreros, en la plaza, se emborrachan de toro. Julio se emborrachó de público, y viceversa, cosa que suelen hacer casi todos los cantantes en noches inspiradas. Durante dos horas y media extasió a sus incondicionales, sobre todo a las mujeres, que son sus más apasionadas propagandistas. Él da a las señoras de todas las edades excitación, sensualidad, calenturas y melancolía. Ellas corean a voz en grito todas y cada una de las canción, se levantan de los asientos, le vitorean, le arrullan, le veneran, le perdonan sus deslices, comprenden que sea un truhán, quizá le desean. Con toda seguridad, le aman sin contemplaciones.
Un sonido ejemplar
El sonido, ejemplar. En ningún momento del concierto queda su voz apagada por la potente orquestación. Son solamente seis músicos y tres excelentes señoritas de coro vestidas de sirenas rojas. En algunas ocasiones aquello suena como una orquesta de 40, en virtud de los sintetizadores. Hay que destacar las magníficas orquestaciones de Rafael Ferro, un músico que permanece junto a Julio Iglesias desde hace muchos años.Mezcló algunas canciones con las de su álbum Calor, Cantó los boleros más conocidos, rancheras, sambas, cantos a Galicia, tangos abolerados, arrumacos, bamboleos... Hubo momentos estelares, muchos. Como cuando interpretó Lía y Aunque te haga calor (ambas, de José María Cano), o A caña y a café (de José Luis Perales). Los bises, si hubiera hecho caso a las súplicas del respetable, podrían haber durado toda una vida. En definitiva, fervor; fiebre incluso.
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