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TRIBUNALES

El proceso de la sangre contaminada con sida conmociona a Francia

La sala del tribunal de París donde se celebra el llamado proceso de la sangre, en el que están acusados cuatro altos cargos de la sanidad pública francesa por distribuir conscientemente productos sanguíneos contaminados con sida, se ha quedado pequeña. El lunes, primer día de la vista, ésta fue suspendida por el exceso de público. Es la prueba de la repercusión de un caso que Le Monde ya ha calificado como "largo, doloroso y apasionado". En la calle, las reacciones han sido instantáneas: unas aprovechan el proceso para advertir de los riesgos de contagio, y otras, para denunciar las limitaciones de la justicia.

Los defectos de organización, sin embargo, son los que menos pesan en este caso. Para la madre de un hemofílico, ya fallecido a causa de una transfusión de sangre procedente del CTNS (Centre National de Transfusion Sanguíne), lo que importa es , que con una indemnización de dos millones de francos pretenden pagar la vida de un hombre". "A Michel Garretta [antiguo director del CTNS] le han dado tres millones de francos (casi 60 millones de pesetas) para irse al paro", añade. "Su trabajo es más valioso que la vida de mi hijo. Toda esta gente ha estado envenenando por dinero. Yo no quiero dinero. Lo que deseo es que a ellos se lo quiten todo, que les dejen en la miseria, que les priven de lo único que parece importarles".Para Joelle Bouchet, madre de Ludovic, 16 años y seropositivo a causa de otra transfusión, "todos se han comportado como cerdos". Y reparte su ira hablando de políticos que pusieron otros valores por delante de la vida humana, a médicos de espíritu corporativista que se protegen entre ellos, y a magistrados que la aconsejaron que cobrase la indemnización y renunciase a denuncias y querellas. Han convertido este proceso en una parodia de justicia", dice cuando se le pregunta si cree que sólo cuatro médicos deben sentarse en el banquillo de los acusados.

Ayer se reemprendió el proceso. "Si interrumpí la audiencia el lunes fue únicamente porque los abogados no podían trabajar en aquellas condiciones", explicó el presidente del Tribunal, Jean Louis Mazières, que negó buscar un juicio a puerta cerrada".

Envenenamiento

Sabine Paugan, una de las abogadas de la parte civil, afirmó ayer: "Nadie ha ido a la cárcel todavía, ni ayer ni hoy, en este asunto". Mientras, en la calle, militantes de una asociación de lucha contra el sida se manifestaban blandiendo fotos de varios ministros manchadas de sangre. Para ellos, existe una responsabilidad política que el tribunal no toma en consideración.La jornada de ayer estuvo dedicada a cuestiones de procedimiento. Para cinco de los abogados de las víctimas, el Tribunal Correccional debiera declararse incompetente ya que no se trata de un proceso por "comercialización de mercancía averiada" ni tampoco de juzgar sólo por "no ayudar a una persona en peligro", las dos acusaciones que pesan sobre los cuatro médicos, sino de juzgarles por envenenamiento, lo que podría acarrearles la cadena perpetua.

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