Los laboristas se preparan para gobernar Israel
El electorado israelí castigó ayer los pecados del Gobierno derechista de Isaac Shamir y se volcó en su apoyo a la oposición laborista, que se ha comprometido a impulsar el proceso de paz en Oriente Próximo. Según los primeros resultados electorales difundidos en la madrugada de hoy, los laboristas de Isaac Rabin pueden aspirar a 45 de los 120 escaños del Parlamento israelí (Kneset). Los mismos datos otorgaban 33 escaños al Likud. Con estos resultados provisionales, la oposición laborista estaría en condiciones de formar un nuevo Gobierno si llega a un acuerdo con los partidos de izquierda.
Expertos israelíes atribuyeron la derrota del Likud al fracaso de la política económica de Shamir, al descontento de los 4.000.000 de inmigrantes judíos llegados en los últimos 21 meses a Israel y a la rigidez del Gobierno de Isaac Shamir en la búsqueda de un fórmula de paz con los árabes.En la primera reacción árabe ante los resultados provisionales de ayer, el Gobierno de Jordania y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) saludaron el hundimiento del Likud afirmando que cualquier cambio en el Gobierno actual de Israel entraña esperanzas para mejorar el diálogo de paz.
El ambiente en el cuartel general de Likud era sombrío. Portavoces del primer ministro Isaac Shamir dijeron que el festejo laborista era demasiado prematuro y Ariel Sharon, uno de los halcones del Estado israelí, se sumó con firmeza al coro de los que advertían que hay que esperar a ver los resultados finales.
La suerte de Israel, sin embargo, está echada: los laboristas han conseguido un triunfo que puede darles el dominio políticodespués de década y media a la sombra de alianzas dominadas por la derecha tradicional y los pequeños pero influyentes partidos religiosos.
La solución prudente
Rabin podría formar un Gobierno con el Meretz, la coalición de tres fuerzas de izquierda encabezada por la abogado Shulomit Aloni, y, con el apoyo del voto árabe-isralí, puede terminar con una mayoría de por lo menos 61 escaños. Pero la mayoría de los analistas políticos se inclinaba de madrugada por una salida más prudente: una invitación laborista para formar un Gobierno de unidad nacional, con el Likud. "Rabin tiene más en común con Shamir que con la izquierda", comentó uno de los estrategas de la fallida campaña del Likud. "En seis semanas, a lo sumo, tendremos un Gobierno de coalición", vaticinó.
Los resultados conocidos a primera hora de la madrugada de hoy se basan en una proyección realizada por la televisión israelí después del recuento del 12% de los votos. De confirmarse esta tendencia, Rabin habrá conseguido su retorno al primer plano de la política nacional del que desapareció tras su renuncia al cargo de primer ministro en 1977, como consecuencia de un escándalo sobre una supuesta cuenta bancaria ilegal que su mujer mantenía en el exterior.
Bajo un Gobierno laborista, Israel estará en mejor posición .para hablar de paz con los árabes en el marco del proceso de Madrid inaugurado en octubre pasado.
Sin cifras seguras, pero con indicadores que indudablemente favorecen al laborismo, muchos de los israelíes que salían ayer de las cabinas de votación estaban convencidos de que su país ha entrado en una nueva etapa. Mucho antes de conocerse los primeros resultados ya dominaba la sensación de que el laborismo triunfaría con un amplio respaldo popular.
Y era un cálculo que dio la razón a la mayoría de las encuestas realizadas en los últimos días. El laborismo ha ganado terreno sobre todo entre las bases descontentas del Likud.
El giro político era ayer tema de discusión en las playas y balnearios donde los israelíes se refugiaron del calor y las promesas políticas de la campaña electoral más opaca de los últimos años.
En Tel Aviv, Yosi Abramobitz, un arquitecto de 39 años, respiraba con alivio tras haber depositado su voto en favor del laborismo, rompiendo una vieja tradición familiar. "Lo que queremos es un cambio, un cambio para bien", dijo explicando su preferencia.
La gente más joven fue incluso más. allá votando en favor del partido Meretz de Shulamit Aloni, la fogosa abogada israelí que ha conseguido aglutinar a las fuerzas izquierdistas de los partidos Ratz, Shinui y Mapam, y que defiende una fórmula mucho más audaz que la de Rabin, con el argumento de que la paz tiene que dejar de ser una ilusión. Para Meretz la receta de cualquier arreglo tiene necesariamente que pasar por la devolución de los territorios árabes ocupados por Israel durante la guerra del año 1967.
En medios diplomáticos occidentales resultaba anoche imposible disimular el entusiasmo que ha generado el aparente avance del laborismo. Incluso se especulaba con que el incremento de votos para Rabin se traduciría en la formación de un Gobierno laborista sin necesidad de recurrir a la fórmula de coalición de unidad nacional.
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