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Tribuna:ELECCIONES EN ISRAEL
Tribuna
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Asentamientos a prueba

En las tierras conocidas en la Biblia como Judea y Samaria (aunque en la Prensa occidental son calificadas, y no casualmente, "la franja occidental" del reino de Jordania) residen hoy en día más de 120.000 judíos. A partir de la Conferencia de Madrid, cuyo comienzo tuvo lugar el pasado mes de octubre, dichos habitantes viven bajo una cierta tensión, y no sólo por la Intifáda, la .cual les costó en la última mitad del año el alto precio de siete muertos y 20 heridos.El temor, por tanto, no es de índole existencial y física, sino de carácter existencial y, político. Si la autonomía les es otorgada a los palestinos, se levantará en consecuencia, y sin lugar a dudas, un Estado independiente, en el cual gobernarán, probablemente, los fanáticos musulmanes que prometieron borrar de la faz de la tierra la entidad judeo-sionista, el movimiento por la liberación del pueblo judío.

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Esperanzas palestinas

Rabin, líder del Partido Laborista, promete a sus electores que cuando suba al poder se comprometerá a finalizar dentro de nueve meses las negociaciones para la elaboración de la autonomía. Debido a que las encuestas se muestran en favor de Rabin, y tiene la posibilidad teórica de formar un Gobierno de coalición con los partidos de la extrema izquierda y los partidos árabes, la mayor parte de la prensa israelí, y con ella no pocos periódicos del mundo, profetizan "el comienzo del fin" del asentamiento judío en Judea y Samaria.

A pesar de que no hay seguridad de que Rabin logre juntar una mayoría parlamentaria. La propaganda del Likud, por razones obvias, alienta y llama al público a no votar al Partido Laborista, ya que sus políticas podrán terminar en el levantamiento de un Estado palestino. En mi opinión, Rabin, aun si logra formar después de estas elecciones una coalición con la izquierda y los árabes, no podrá jamás exagerar en sus concesiones más allá de donde el Likud esté dispuesto a ceder. Y esto, fundamentalmente, por los siguientes motivos:

Las decisiones históricas de relevancia, como la concesión de ciertas partes de la tierra ancestral del pueblo judío, no pueden ser aceptadas por la mayoría de las facciones en la Kneset (Parlamento israelí) cuando esta mayoría está formada con los votos de los miembros árabes de la misma. Esta imposibilidad no deriva de su identidad árabe -el hecho es que en todos los otros temas nadie niega la legitimidad del voto de los parlamentarios árabes-, sino que en los asuntos políticos los árabes se identifican en forma total con la posición tomada por los países árabes y la OLP. Esto, por tanto, constituye un debate judío interno que debe ser decidido en el campo judío. La decisión sobre las concesiones territoriales, y que sería aceptada a causa de los votos árabes, no seriá reconocida como legítima por más de la mitad de los habitantes de Israel, y la situación puede acarrear consigo una fractura que puede extenderse a una terrible violencia y hasta a una guerra civil. Por cierto, también a la derecha del espectro político las cosas son muy complicadas. Tal como se ven las cosas hoy en día, aun si el Likud, junto con los partidos ubicados a su derecha y los partidos religiosos alcanzaran, más de 60 mandatos, y tuvieran en sus manos la posibilidad teórica de formar coalición, las dificultades para esta tarea serían grandes. Los socios de Shamir por la derecha se opusieron a la participación de Israel en la Conferencia de Paz en Madrid, y cuando comenzaron las conversaciones sobre la autonomía, se retiraron de la coalición los dos partidos derechistas, Tejia y Moledet, y de esta manera causaron el adelanto de las elecciones que se llevan a cabo hoy. Desde el punto de vista ideológico, a mi juicio, estos partidos no podrán volver a una coalición con el Likud, siempre y cuando Shamir no anule la participación de Israel en las conversaciones sobre la autonomía. Ciertamente, Shamir no está interesado en ninguna clase de concesiones, pero él ya está obligado, de acuerdo al compromiso internacional, a continuar con las negociaciones. Debido a esto, no se vislumbra en el horizonte una coalición de derecha.

Puesto que tampoco Rabin tendrá una verdadera opción de formar una coalición de concesiones con la extrema izquierda y los árabes, y mientras que Shamir no tenga una opción de formar coalición con la derecha nacional, la inevitable consecuencia es unica: una coalición entre las dos grandes formaciones políticas (Likud y laborismo). Esta posibilidad debe preocupar más a los negadores de concesiones que a un Gobierno de izquierda. Con una amplia mayoría que tendrían el Lilcud y el laborismo en el Parlamento, Rabin podría, en caso de ser primer ministro, acelerar el ritmo de las negociaciones sobre la autonomía, congelar el levantamiento de nuevos asentanúentos y aflojar el ritmo de crecimiento de los ya existentes, los cuales duplicaron la cantidad de sus habitantes justamente en los cuatro años y medio de la Intifada.

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Dado que esta última posibilidad es la más real, tal como se ven las cosas hoy en día, nosotros, los miembros de los asentamientos, debemos prepararnos para los días no fáciles que se aproximan. En efecto, pudimos sobrellevar, y con gran éxito, épocas más difíciles aún, como la de la Intifada; aunque desde el punto de vista político, la próxima prueba puede revelarse como la más crucial.

Israel Harel es secretario general del.Comité de Asentamientos Judíos en Judea, Samaria y la franja de Gaza y editor del mensual Nekuda.

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