Esperanzas palestinas
Mientras el pueblo israelí se preparaba para las elecciones generales de hoy, los palestinos se mostraban más interesados que nunca por el resultado de esta decisiva consulta. Para muchos de ellos, esos resultados pueden suponer la diferencia que existe entre la guerra y la paz.Los palestinos que viven en los territorios ocupados no participan en las elecciones en Israel, a pesar de que el Ejército israelí controla la vida cotidiana con una ocupación militar que se mantiene desde hace un cuarto de siglo. Y desde que comenzó la campaña electoral, los líderes palestinos han permanecido en silencio en lo que respecta a quién les gustaría ver salir victorioso de entre el Likud, la coalición en el Gobierno, o el opositor Partido Laborista. La negativa palestina a interferir en las elecciones israelíes emana no sólo de la postura de no mezclarse en los asuntos internos de Israel, sino también de la convicción de que cualquier apoyo público a uno de los partidos supondría automáticamente ayudar al partido opositor.
Aunque los palestinos no interfieran en los asuntos israelíes, eso no significa que no tengan sólidas opiniones sobre las dos fuerza políticas más importantes y sobre cómo esperan que salgan las cosas el día de las elecciones. Los palestinos han considerado tradicionalmente a esas fuerzas políticas israelíes como "las dos caras de la núsma moneda". Sería muy comprensible que esta opinión persistiera si se consideran los líderes y políticas del Likud y los laboristas. Después de todo, a los laboristas los dirige Isaac Rabin. Y aunque Rabin está dispuesto a congelar algunos asentamientos, no está preparado para detener todas las actividades de éstos y ciertamente no en Jerusalén, ni en las zonas en las que el Partido Laborista fue el iniciador de los asentamientos. El Likud, de línea más dura, no ofrece un futuro mejor tras las elecciones del que se les conoce desde antiguo.
No obstante, los dirigentes palestinos ya no observan a lo! dos partidos de esta forma tan simplista. Los dirigentes actuales, con una mente más pragmática, observan una diferencia entre laboristas y el Likud, especialmente cuando se trata de su postura en la primera fase de las conversaciones de paz entre Israel y los palestinos. Se considera que es más probable que los laboristas y una delegación palestina independiente lleguen a un acuerdo sobre autogobierno provisional. El dirigente laborista Rabin ha declarado que él llegaría a un acuerdo con los palestinos en seis meses. Sin embargo, siguen las dudas sobre las conversaciones entre Israel y los palestinos con respecto a un estatus permanente, que según los puntos de referencia del actual proceso de paz no comenzarían hasta tres años después de los acuerdos de autogobiemo.
A los palestinos les preocupa la necesidad de que se ejerza una presión internacional sobre Israel que responda al acuerdo internacional sobre la preservación de los derechos palestinos. Existe el temor de que el posible éxito del Partido Laborista, que parece ser es lo que desea Estados Unidos, reduzca considerablemente la presión exterior sobre Israel y elimine por tanto el incentivo de actuar rápidamente en el proceso de paz.
Gran parte de las acciones del futuro Gabinete israelí dependerán sin duda en el tipo de coalición que forme el próximo Gobierno israelí. Si ganan los laboristas con una mayoría clara y pueden formar Gobierno con algunos de los partidos de izquierda y posiblemente uno o dos partidos religiosos, esto garantizaría de algún modo una actitud más seria hacia la consecución de la paz con los palestinos. Si, en cambio, los laboristas forman una coalición con el Likud, aunque sea bajo la dirección de Rabin, esto supondría mayores retrasos y, posiblemente, un Gobierno de parálisis, como ya lo han sido anteriores gobiernos unidad nacional de Israel.
Pero incluso la idea de un Gobierno de ese tipo en Israel resulta atractiva para ciertos sectores palestinos. Los que se apuntan a esta idea creen que con un Gobierno así, dirigido por los laboristas, seguirán progresando las conversaciones de paz debido a que la presión internacional (y especialmente la de EE UU) no decrecerá.
Tampoco se descarta la posibilidad de una victoria del, Likud. La mayoría de los palestinos cree que se progresará muy poco en las conversaciones de paz si Isaac Shamir continúa dirigiendo todas las negociaciones por parte israelí. Esta posibilidad supondría la continuación y, posiblemente, el aumento de la presión estadounidense sobre Israel. Pero esa presión podría interrumpirse tras las elecciones del próximo noviembre en EE UU, ya que al parecer George Bush está teniendo muchas más dificultades para ser reelegido que las que se creía en principio.
Aunque los palestinos están hartos de depender tanto de las elecciones isarelíes como de las norteamericanas, existen pocas esperanzas de progreso si no es con la ayuda de los votantes israelíes y estadounidenses. Todo lo que a los palestinos les gustaría ver es que los próximos gobiernos de Israel y EE UU se comprometan no sólo de palabra sino de obra a alcanzar una solución justa al problema palestino. Entonces es cuando habrá una verdadera posibilidad de paz.
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